martes, 15 de enero de 2013

La pandilla


La yonka vegetariana
La txchapona gritona
El hombre con mujer pero no novia
La fumetas lesbiana
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El uke llorón
El seme sereno
La del PP
Ramón
La  aspiradora de alimentos
La niña que solo canta en japonés
El chico Trenk
El troll de marca registrada
Y su novia. 

lunes, 14 de enero de 2013

Perdón en una tarde de verano.


Tumbados ambos en cama. Llevamos un par de días de este verano fantástico un poco tocados. Me acuerdo que el sol golpeaba con bastante fuerza mi escritorio, mientras, nosotros, mirándonos, con la cara aplastada en la almohada. 
Ninguno de los dos se atrevía a hablar mucho, y es que yo quería meter voluntariamente la cabeza en la guillotina, quería pagar para jugar en regional en vez de nacional y por supuesto, ni siquiera yo mismo lo concebía como un acto de adaptación al medio, sino todo lo contrario. 

Simplemente estaba perdido y le veía y sentía una presión en el pecho horrible, como si delante de mi tuviese  al ser mas horripilante, funde vidas, revienta morales. Como si delante de mi tuviese a un verdadero monstruo. 
Un monstruo que me miraba con sus ojos profundos, intentando escrutar algo en los míos. Esos ojos verdes de monstruo que me capturaron un día y que nunca  podré dejar de ver. 

En una situación como aquella en la que tenía dos caminos abiertos que siempre me recordarán a la división de caminos de la película de La Bella y la Bestia en la que mis sentimientos eran Maurice y mi razón Phillipe. 

El silencio se hizo reina de la habitación y yo, simplemente, no era capaz de articular palabra. Él me abrazó. 

-Perdón por habértelo echo- musitó entre dientes y luego, teniendo mi cabeza entre sus brazos, rompió a llorar en silencio. 

lunes, 7 de enero de 2013

El reflejo del cubo de madera

¿Qué ves?
Me veo a mi
¿Y bien? ¿Qué tienes que decir? No seas tan escueto, hombre- dice dándome una palmadita en el hombro, a lo que yo sonreí nervioso, moviendo los ojos de un lado a otro. ¿Para qué habré venido aquí -Venga, asómate más y dime qué es lo que ves- dijo serio, pero complaciente y compasivo al mismo tiempo. 
-Bueno...- me asomo y vuelve a aparecer un chico. Soy yo. 
-Pues veo a un chico.- digo con monotonía.- Tiene diecinueve años y nació el veintinueve de Junio de 1993. ¿Ya? ¿Puedo irme?- comento molesto. 
-Oh oh oh... me defraudas...- dice el hombre con voz ronca, ya u poco más seca que al principio.- Bueno, no voy a obligarte a seguir viendo, la puerta está detrás de ti, pero... ¿porqué no vuelves a intentarlo? ¿Eh?- pregunta con cierto brillo de súplica en los ojos, dándome un amistoso golpecito en la mejilla con sus nudillos.
-Oh, venga, está bien, pero que seas que eres un viejo insoportable- dijo asqueado, apartando la trayectoria de su mano de mi camino, para volver a asomarme, para que, en aquella superficie volviese a aparecer mi reflejo, tambaleante como el más dulce flan. 
-Es un joven- repito- tiene diecinueve años, veinte dentro de poco y tiene toda la pinta de ser yo. Tiene el pelo castaño oscuro, prácticamente negro pero parece querer luchar contra este echo, pues ¿ves? tiene marcas de haberse oxigenado el pelo- digo descendiendo uno de mis dedos hasta el reflejo de mi pelo, bajo la atenta mirada del viejo que entorna los ojos y sonríe.
Pestañeo un par de veces al ver que el reflejo de mi no se ha movido como hasta ahora siempre lo había echo al mover mi mano hacia el, sino que simplemente se quedó mirándome, sin imitar mis movimientos. Ante este extraño suceso, lo veo fugazmente con dudas y una mirada más que penetrante, pero por alguna extraña razón lo dejo estar.
-Tsk... el caso... - mascullo- es que le gustaría tener el pelo claro, así que esa es la única manera duradera de conseguirlo- Continúo con el análisis del chico-yo que estoy viendo- Tiene unos ojos normales y corrientes. Me acuerdo que cuando era pequeño, se metían mucho con el porque los chicos de su clase decían que tenía los ojos separados como un sapo. -Reí amargamente- También le llamaban alien y cosas por el estilo. 
Entonces sonrío- ¿Ves? La nariz, la nariz le gusta bastante- entonces mi reflejo sonríe durante unos segundos y asiente, para luego volver a quedarse estático, como escuchando atentamente al igual que el viejo. Ante este nuevo y mágico suceso, vuelvo a ver al señor con afán de preguntarla qué clase de magia es aquella, pero el me calla con un dedo en su boca y señala con la otra a la superficie en la que se refleja la imagen de mi reflejo- continúa, que lo estabas haciendo bien- me apremia.
Yo me encojo de hombros. 
-Doce años de ortodoncia- comento encogiéndome de hombros- Ha sido un alto precio, pero... bueno, supongo que ha valido la pena. Tiene pecas, pero bastante sutiles, excepto cuando iba a la playa de pequeño, que se dejaban ver más, aunque parece que hace un par de años que ha abandonado ese soleado lugar en pos de otros...- entonces detrás de mi reflejo, aparecen imágenes que van y vienen de mi infancia, en la playa, el sol, las olas, peces... para luego irse difuminando poco a poco- Realmente le gusta la playa.
Entonces vuelvo a mi cara y sonrío. -Se cortó las pestañas- Se cortó las pestañas cuando era pequeño. ¿Te parece normal?- pregunto al señor con mis palabras envueltas en una capa de ligeras carcajadas y entonces mi yo del reflejo se ríe en silencio, sin poder emitir ningún sonido. 
-No, muy normal no es- comenta el hombre frotándome la espalda animosamente. 
-Y bueno, es propenso a tener granos, aunque intenta cuidarlos lo más que puede... 
-Y ya. - digo alzándome de mi posición inclinada- ya está¿ no? Ya te he dicho lo que veo, si me disculpas...-comento mientras me separo del lugar.
-Ah, ah, no, no te vayas todavía... ahora queda... lo más interesante.- dice agarrándome de la crisma y empujándome con fuerza, dejando mi nariz pegada casi a mi nariz del reflejo, el cual se asusta y pega un grito mudo al creer que me iba a empotrar contra él.
-¡Oiga! ¡Suélteme!- digo enfadado.
-¡Dí lo que ves!- dice molesto y con esfuerzo el viejo.
Entonces trago saliva y clavo mi vista el la mía reflejada y se produce un silencio incómodo que el anciano rompe- No vale solo describir por fuera... el interior... eso es lo que de verdad importa. - dice con voz ronca, voz que retumba y se pierde entre la tela de la carpa de feria, violeta rosa y negra con tonos púrpuras oscuros que en más de una ocasión me pareció que se movían. 
Trago saliva e intento entrar en mi a través de mis propios ojos, que serios, me miran a mi. 
-Es... es celoso- digo con un hilo de voz.- Es celoso y envidia la vida de casi todo el mundo, eso le convierte en egoísta, muy egoísta, pues quiere ser y tener como los demás, pero sin embargo, no se le suele notar mucho, con los años y una buena dosis de represión y de hipocresía, ha conseguido esconder sus peticiones y deseos en lo más profundo de su ser- paro y pestañeo bastante. El hombre me clava sus uñas en la parte de atrás de mi cabeza, animándome a continuar y mientras, mi reflejo frunce el ceño y detrás de él empiezan a aparecer objetos y deseos que nunca tuvo y que siempre deseó.- Es malo... es cruel y sádico- digo extrañado, al ver bastante maldad escondida tras sus dulces ojos- pero parece que la esconde muy bien... por norma... parece ser amigable tímido y sobre todo asustadizo. 
A mi reflejo le da un escalofrío. -Si, realmente tiene miedo a casi todo. A tomar decisiones importantes, por ejemplo, a sus padres y a... ¿qué? a una especie de seres pequeñitos de largo pelo blanco y sonrisa perpetuamente macabra, con ojos desorbitados y... ¿este tío está loco? 

[...]continuará