miércoles, 20 de marzo de 2013

Cuando las cigarras lloran. Higurashi no naku koro ni.

Esta es la primera vez que hago una reseña sobre un anime. 
Perdón.
Esta es la primera vez que hago una reseña sobre un anime que aún no he terminado de ver. 

Se trata de Higurashi No Naku Koro Ni, en cristiano: Cuando las cigarras lloran. 
Es un anime relativamente viejo ya, del 2002 o así.
Su trazo es brusco, poco detallista (lo que en ocasiones se agradece en mi caso por motivos que ya explicaré) y sus personajes no son muy "originales" en el sentido de que por norma, los protagonistas no se alejan demasiado de esa falsa dulzura y resultan ser perturbados mentales (jajaja).
No es un anime que te agrade por su dibujo, como ya dije anteriormente, como por ejemplo la pulcritud de Tamako Market o, sin ir más lejos, las nuevas temporadas de Pokemon. Sus efectos especiales y digitalización es más bien pobre, sin embargo, teniendo una antigüedad superior a la década (y teniendo en cuenta la velocidad con la que evolucionan las artes gráficas), yo no lo consideraría un hándicap en sí mismo. 
Pero, dejando atrás lo objetivo, palpable y criticable, llegamos al punto que de verdad es interesante, y no es la trama o historia propiamente dicha, sino: la forma en la que dicha trama o historia está contada. 
Generalmente cuando se escribe una historia en la que los protagonistas son varios por ejemplo, se suele recurrir a contar la trama principal desde los distintos puntos de vista de cada personaje (como se puede ver en la película "La verdadera historia de Caperucita Roja" una película de animación pésima pero que en este momento sirve para ilustrar mi ejemplo perfectamente. 
Sin embargo, esta obra maestra absorbe e inunda al espectador de dudas desde el minuto cero y ninguna o casi ninguna es resuelta ni siquiera conforme los capítulos avanzan. Al contrario. 
Los autores de este anime supieron no solo crear un ambiente caótico al jugar con el concepto del tiempo y del espacio, sino que este mismo juego forma parte de la trama. A todo ello, hay un factor que se repite en todos y cada uno de los capítulos varias veces sin excepción y es, sin ir más lejos, la continua referencia a la religión. Una religión, en este caso, vengadora, sádica y cruel. 
Juega también con las clases sociales, el poder, el secretismo, las influencias, los mayores, el dinero, e incluso con la inocencia, mezclandolo todo en un torbellino de tal calibre que personalmente no me extrañaría que existiese gente que la haya plantado por la mitad, al ver semejante montaña entrópica de información.
Higurashi no Naku Koro ni es un inmenso puzzle en el que a cada capítulo se colocan un par de piezas nuevas y, tú, inocente, crees que lo terminarás algún día. Sin embargo, a cada pieza que colocas, descubres debajo diez nuevas que carecen de sentido alguno.

La policía. Es un elemento tan constante como el de la religión y que, sin embargo, realiza su función a la perfección. Sin embargo, parece poseer ciertas tonalidades de bondad o crueldad dependiendo a qué altura del anime nos encontremos. 
Drama, horror, misterio, gore, thriller psicológico, suspense... llamadle como queráis. No va a ser más llevadero por eso.
Yo, sin embargo lo consideraría un anime "visceral" con el fin de jugar con el doble sentido. Por una parte (y otorgándole el significado más evidente de la palabra) visceral porque alcanza unos niveles de crueldad y de muerte gratuita espantosos, sin embargo, juega también con nuestra sensibilidad, es decir, se ven las acciones pero no los actos en sí mismos y por otra parte, visceral por la parte psicológica de los personajes. 
Se puede ver cómo todos y cada uno de ellos degenera hasta la más increíble locura, en la que se puede ver perfectamente su sufrimiento, su desequilibrio, todo perfectamente representado en la "crueldad" de sus rostros exageradamente desencajados y en sus gritos desgarradores, todo ello con la contraposición de las sonrisas, la inocencia de los niños y jóvenes, juegos, fiestas y tardes al sol en una villa típica japonesa de los años ochenta. 

Al no hacer referencia a la trama (pues yo no soy la Wikipedia, en donde podréis haceros todos los Spoilers que queráis), se hace difícil dar más datos o exprimir más esta maravilla. 

Sólo he hablado de la primera temporada. Pronto comenzaré con la segunda, luego la tercera y luego la cuarta. Sólo espero que tenga la suficiente energía como para no caer víctima de Oyashiro-sama y su entrópico Junio de 1983.

domingo, 17 de marzo de 2013

Gracias. A vosotros y a los que faltan.

Vicky
Ana
Bea
Pilar
Don Carlos
Lourdes
Rodrigo
César
Don Miguel
Don Jorge
Cándido
Mercedes
Don Pablo
Don Álvaro
Juan
María
Javi
Manolo
Leo
Montse 
Jorge 

viernes, 1 de marzo de 2013

Aquellos ojos verdes a los que no estaba acostumbrado.


Pensaba que se lo iba a pasar peor de lo que en realmente creía, pues la gente de su clase parecía otra fuera de esta. Estaban todos contentos, felices y él, con una enorme sonrisa de oreja a oreja. Una de esas que ya casi nunca le salían. No tenía muy claro el porqué, pero así era.
Cenaron, tomaron tarta y de dieron sus regalos a la cumpleañera. Luego bebieron y, en el transcurso de todos aquellos actos, no se dio cuanta (o por lo menos así aparentaba hacerlo) de que un par de ojos verdes - que no eran los ojos verdes a los que estaba acostumbrado- no le quitaban la vista de encima en ningún momento.
Al final, después de terminarse una botella Orujo él solito - cosa que no volverá a hacer- decidió sentarse en el sofá para descansar un poco. Acto seguido, aquellos ojos verdes se sentaron a su lado. No eran los ojos verdes a los que estaba acostumbrado, sin embargo, no le parecieron feos e incluso enternecedores. 
Sonrió y habló tanto, que creyó perder la noción del tiempo. Por él, podría acabarse el mundo y que todos los diablos subiesen de los avernos y se produjese el fin del mundo (que por algo era la única noche en la que el Trono del Vaticano estaba vacío. ¿Qué mejor momento?
Y, entre deseos de que el tiempo se parase ante aquellos ojos verdes que, aunque no eran los ojos a los que estaba acostumbrado, también eran bonitos. ¿Quizá más? Quizá más. 

Alguien gritó entonces que se irían en veinte minutos a bailar, por lo que decidió que sería mejor ir al cuarto de baño ahora, ya que luego, las colas formadas por todas aquellas señoritas para un sólo baño, iba a ser de campeonato. 
Sonrió y se disculpó, para dirigirse al baño, pero cuando lo hizo, sintió un gran mareo debido a todo el licor ingerido y aquellos ojos verdes extendieron una mano alrededor de su cintura para, con una sonrisa amable que brillaba desde las alturas, ayudarme a llegar al baño. 

Le di las gracias por el pasillo y sus ojos verdes sonrieron. No sonreían como los ojos verdes a los que estaba acostumbrado, pero estos tampoco sonreían de una manera desagradable.

Ambos entraron y él se vio al espejo.
- Mira, mira qué mal aspecto tengo. No debería haber bebido tanto.
-Tonterías- respondieron los ojos verdes.- Una noche es una noche. - Rió frotándole con fuerza la cabeza hacia abajo.
-¡Para! vas a despeinarme- le regañó sonriente, más como un juego que como una reprimenda. 

Los ojos verdes fueron, en aquella ocasión, tan pillos como los que el, - ahora despeinado joven- conocía, pues se habían encargado de cerrar la puerta con tal astucia y sutileza, que, - en el estado del que entonces se peinaba- le fue imposible darse cuenta. 
-Ea, ya estás guapo- dijeron.
-Yo siempre lo fui, por favor- dijo él, de forma divertida y sonriendo.
-Sí. Siempre lo fuiste- los ojos verdes lo dijeron bajo, incluso ciertamente (por qué no decirlo) sonrojados o eso es lo que le pareció, pues poco pudo ver, ya que aquellos labios de ojos verdes se posaron en los suyos.
Se quedó quieto. No se lanzó, pero tampoco se dejó llevar. Simplemente se quedó quieto. Quieto y con las manos temblando como si de flanes en las oficinas japonesas el once de Marzo del 2011 se tratasen.

Los ojos verdes le dejaron tomar aire a cambio de tomar sus manos y aquellos ojos verdes extraños pero a la vez familiares las guiaron: una al pecho de su camisa y otra a aquel cinturón de dura y férrea hebilla que aguardaba "aquello". 
También duro. 

Agachó la cabeza. Si no hubiese el ruido de la música de fondo, se podrían haber escuchado a la perfección el castañeo de sus dientes, de verdadero pánico, pero sobre todo: indecisión. 
Volvió a verlo rápido de arriba abajo y a analizar la situación. 
¿Para qué engañarse? Eran los ojos verdes que, si no fuesen por aquellos que ya hacía más de un año que lo habían cautivado, habrían sido los primeros y no unos a los que no estaba acostumbrado. 
Eran... los ojos más perfectos que jamás volvería a tener tan cerca. Él y sus ojos podrían haber sido -casi- la perfección echa pareja. Sin embargo, ese pensamiento le asustó y apartó la mano de su pecho como si quemase. 
-No... no creo que... es que estoy nervioso...- dijo muy bajito, mordiéndose el labio inferior con furia para que se le cayesen gotas de sangre y no lágrimas. 
Pudo ver aquella sonrisa cálida y serena antes de que hablase.- No pasa nada. Yo te ayudo- dijeron aquellos ojos verdes, tan calmados como de costumbre. Con una habilidad que le dejó pasmado y le hizo negar de incredulidad con la cabeza, dejo libre su esencia y él replegó sus manos y sus codos hacia su tronco, con la cabeza gacha, no viéndole a él sino sus pies, intentando evitar lo inevitable, sin poder no verlo. 
Tragó saliva y se sintió como si estuviese admirando la mayor obra de arte del mundo.
Sus lágrimas ya no aguantaron más y acabó por sollozar en silencio. Sollozos que dieron paso a lamentos internos, exteriorizados como enormes lagrimones, cargados de rabia, desesperación y alcohol.
-Venga- dijeron sus ojos, mientras sus manos se posaron en sendas nalgas del joven lloroso. Pudo ver cómo sus ojos se mordieron con desesperación ante el tacto del joven.

-No puedo... de verdad... lo siento. No puedo- acertó a decir entre sollozos. - Es que tengo... no puedo- repitió ya extasiado, hundido en lágrimas. 

Sus ojos suspiraron resignados, pero pese a todo, no dejaban de mostrar aquella sonrisa amable. - Bueno. No pasa nada entonces- dijo arreglándose la ropa.- Tranquilo, ¿vale?
Entonces le abrazó entre sus brazos y por primera vez se sintió pequeño. Había olvidado lo que era aquella sensación y su corazón se desencogió, para disfrutar de aquel abrazo que sí aceptó. 
-Perdóname- dijeron ambos al unísono. Lo que les arrancó a ambos una sonrisa debido a la casualidad de sus palabras.

Al final le secó las lágrimas y remató con un beso en la frente, con sus manos a cada lado de su sien y sonriendo.- Bueno, vamos a disfrutar del resto de la noche, ¿vale?- dijeron sus ojos verdes. Aquellos ojos verdes que ya no sabía de quien eran, si eran los primeros, los segundos o simplemente unos ojos verdes a los que no estaba acostumbrado. 

-Vale- dijo con una sonrisa.