miércoles, 3 de abril de 2013

Vacaciones razonables.


Aquella tarde él y yo caminábamos por las calles de Barcelona. Yo acababa de tener una fuerte discusión con una mujer que lloraba desconsolada al ver cómo los Pasos de Semana Santa no podían salir debido a la intensa lluvia.
Caminaba con la cabeza hundida entre los hombros y las manos en los bolsillos, dando patadas fuertes a una lata de Pepsi que había tenido la mala suerte de toparse aquel día en mi camino.
-Si es que sigo sin entender a la gente, macho.- le dije molesto.- Es que si por mí fuera, quemaba todas las Iglesias y ningún Santo volvería a ver la luz del Sol nunca. Eso es de retrasados, que haya gente que tenga que ir al psicólogo porque un puto trozo de madera de mierda no pueda ser paseado por gente del PP. Es que me indigno.- dije escupiendo mis palabras, con rabia.
Él me miró con una sonrisa complaciente, pues sabía que sus siguientes palabras iban a desencadenar un nuevo debate entre nosotros. - Reconoce que tiene parte de razón en que tampoco era para decirle "y que se pudran los santos y se llenen de moho sus figuras y ardan y... Que a ver, que a mí me la sopla un rato que salgan o que no salgan- aclaró con una sonrisa y alzando los brazos, estirándose con modorra. 
Por mi parte, sabía que quería debatir sobre aquel tema. Se le veía en los ojos. Sin embargo, no me hizo ninguna gracia aquello. Siempre que discutíamos, acababa perdiendo yo, pues sus capacidades eran bastante superiores a las mías, sin embargo, estaba en mi meta ganar algún debate, por lo que no dudé en responder a su petición de discusión.
-Bah, el mundo sin religión habría sido un lugar precioso. Y no me arrepiento de lo que le dije a la gilipollas aquella.- mascullo entre dientes.
Él miró al cielo y habló en general.- A mí lo que me molesta es que, sabiendo que en estas fechas llueve todos los años se sorprendan y lloren y monten Cristos (y nunca mejor dicho) – dijo entre risas- y mientras en las noticias, “Oh. Llueve”. Tío, que cambien la fecha, coño- dijo entre risas. Sin embargo, preparó entonces una nueva acometida- Pero si quieres que respeten esa opinión tuya, respeta la de los demás que creen en la religión- dijo mirándome como si viese por encima de unas gafas.
-Pero…- reproché.
-Y no, no tiene nada que ver que a ti te parezca un sinsentido con respetar que a otra persona le parezca algo súper necesario- inquirió.
-Lo que pasa, es que yo puedo no respetarlos porque no estoy dentro de su club, sin embargo, su club se enorgullece de unos paradigmas los cuales sus súbditos deben seguir y cumplir, y hay que saber hacer frente a las críticas si de verdad la hipótesis de ese "club" es buena, sólida y resistente. – tomo aire- Sin embargo, si no son fieles a lo que defienden y a la primera ya caen en el insulto, poca credibilidad tienen sus palabras.-recalco, haciendo referencia al catolicismo y sus valores, recordando los insultos e improperios que me había dedicado aquella mujer.
-Estás equivocado ya de entrada-  sentenció- Precisamente por no ser de su "club" no tienes derecho a no respetarlo. Y de eso se trata el "tener credibilidad". Por supuesto que los religiosos faltan al respeto pero si nosotros nos quejamos de eso
¿Vamos a rebajarnos a hacer lo mismo que ellos?
-Si no soy de su club, no puedo no respetarlos, si soy de su club lógicamente tampoco puedo no respetarlos, si soy del club budista, como no soy de ese club, tampoco tengo derecho a no respetarlo. ¿Entonces? ¿Es la iglesia según tus palabras un organismo inirrespetable?- refuté, inventándome (creo) la última de mis palabras.
-Yo no hablo de la iglesia o la religión. Yo hablo del respeto a los demás. Tú puedes decir que a ti la religión te parecen habladurías y sinsentidos sin bases sólidas, pero eso es muy distinto de decir: y deberían pudrirse todos y joderse y quemar sus estatuas. Pues es muy distinto decir "me parece una bobada hacer una fiesta y un drama por sacar una figura a la calle", aunque a mí sí me parece un drama en cierto modo sabiendo que esas figuras valen un pastizal- rió, tranquilo, llevando las riendas de la discusión, cosa que me molestaba.  
-En mi caso, mi falta de respeto fue a un trozo de árbol tallado con forma de señor y pintado- gruño por lo bajo, pero entonces, frunzo el ceño: no puedo perder esta conversación. Me da igual. Ellos hacen alarde de unos valores y son los primeros en no cumprirlos. Yo no estoy bajo esos valores, ergo no tengo porqué cumplirlos, recuerda la peli de Old Boy: ¿Acaso por ser una bestia (en este caso sin valores, según ellos) no tengo derecho a vivir?
-¿Acaso por ser una bestia, tengo que comportarme como ellos esperan de mí?- canturreó- Tú no vives bajo sus valores porque los consideras hipócritas, pero… ¿te parece mal el "respetar al prójimo como a ti mismo"? Ya lejos de una reflexión religiosa, a nivel de comportamiento moral. Por supuesto que ellos son los primeros en tirarte a un río porque no defiendes sus "valores" (o mejor dicho sus tablas de repetición sin sentido), pero una de las cosas buenas de la razón es saber hacer frente a la religión desde el respeto, haciendo ver que, incluso fuera de sus ritos, tú eres mejor "cristiano" que ellos.
Cayo unos minutos, mientras paseamos tranquilos, viendo escaparates.
-La moral no la enseña la religión, mi comportamiento moral lo desarrollo yo, yo mismo y mi modo de vida. Una puta no se respeta a sí misma, sin embargo si respeta a su madre o hijo, ergo está inutilizando esa máxima del respeto. Sin embargo, ellos, que defienden ese "mandamiento" son los primeros en discriminar a putas y enfermos
-No te estoy diciendo que la moralidad te la de la religión. Te estoy diciendo que la mayoría de los escritos religiosos comulgan con un patrón bueno o respetable de moralidad de base. Patrón que al final casi ninguna religión respeta- él hizo una pausa de nuevo y se llevó la mano a la barbilla.- Una puta puede respetarse a sí misma perfectamente, creo yo.
-Entonces estas defendiendo la práctica de vender el cuerpo y, como buen letrado en ciencias, sabes que no existe una diferenciación entre cuerpo y alma, sino que es todo pura fisiología. Entonces, también estas defendiendo la venta del alma. De la persona en sí misma.
-El cuerpo es pura fisiología, pero la mente, a pesar de que trabaja con el cuerpo, es algo muy distinto, la mente es el "alma" porque es lo que nos permite diferenciar el bien del mal y todo eso. Una persona puede vender su cuerpo, asumir sus acciones y no sentirse por ello inferior a nadie
Pareció procesar y pensar en lo salido de mis labios.- Además, eso es pura demagogia. No estás diciendo en ningún momento lo que he dicho, sino que te estás inventando a base de hipótesis y divagaciones lo que quieres que crea que diga.
Él, impasible, continuó hablando - La religión cristiana te implanta una moralidad que tiene cosas como "honrarás a tu padre y a tu madre", "no matarás", "amarás al prójimo como a ti mismo", "no mentirás" sí, eso lo pone escrito en sus leyes, pero si tienes sentido común no hace falta que esté escrito para saber que eso es moral y socialmente correcto.
-Depende de la sociedad- dije alzando la voz. – Me explico: en Japón se suicidan a menudo porque no es pecado, existe la reencarnación, sin embargo es pecado grave el suicidio en el cristianismo. ¿Entonces? ¿qué hacemos? ¿A quién creemos? ¿Qué sociedad (que ya no religión) es la correcta? ¿Es moralmente correcto el suicidio? Un japonés te dirá que sí. Un español, no.
- Eso no tiene nada que ver con lo que hablamos. Cada persona puede creer respecto a eso qué es mejor o peor. Si a ti te parece que un suicidio es una solución digna, adelante, si te parece una solución cobarde, bien. – comentó inmutable, mientras esperábamos a que el semáforo se pusiera en verde.
Mientras cruzamos la carretera, yo divago y pienso mis siguientes palabras y, una vez acabado el paso de cebra, continúo hablando y razonando.- A un niño puedes enseñarle a que el color rojo se le llama azul y el azul recibe el nombre de rojo. Del mismo modo, puedes enseñarle que lo que está "mal" está "bien" y lo que es conocido como un acto "bueno" es algo "malo" Crearás un monstruo entonces, visto desde el punto de vista social. Entonces, ¿es un ser sin alma social? ¿estés diciendo que el alma es algo moldeable? ¿que no todos tenemos unanimidad en cuanto a valores? ¿Que si tú preguntases a toda esta gente de la calle si matar injustificadamente está bien, obtendrías respuestas varias y no una respuesta cargada de valores éticos? Si es así, creo que muchos filósofos te tirarían piedras.

-A mí Manuel Vaqueiro me parece más prostituta que una mujer que, por mantener a sus hijos, recurra a favores sexuales. Simplemente por sus valores – dijo riéndose, acordándose de aquel compañero con el que habíamos compartido juventud. Por lo visto aún seguía dándole vuelta a mi símil anterior y, al escuchar mi razonamiento sobre el niño, sonrió enormemente y me miró alzando las cejas, preparado para, de nuevo, volar mis intenciones.
-Lo que no saben los padres y se niegan a creer es que sus hijos cuando crecen pueden llegar a razonar y entonces aunque le digan que está bien matar pájaros ellos pueden llegar un día a casa y decir "No, no está bien matar pájaros, no creo que esté bien". Dices que eres un defensor y amante de Nietzsche, pero no haces más que eludir la responsabilidad del individuo.
Frunzo el ceño- Bueno, eso es lo que he hecho yo con mi frase inicial: "la gente que baila (llora) al matar pájaros (por no poder sacar los pasos) me parece una asesina (una gilipollas y retrógrada del siglo V) y no debería poder hacerse más" HE RAZONADO- chillo, ciertamente acalorado- según tu criterio ergo no tienes nada que reprocharme.
-Bien, pero una cosa no tiene nada que ver con la otra. Una persona puede razonar y escupirte a la cara, pero es más agradable (y creíble) una persona que razona tras haberte saludado educadamente.- Aclaró, caminando con una mano a la espalda y agarrándome la mía, para luego, tamborilear en su palma con sus fríos dedos.
Suspiro enorme y tristemente y me dejo caer en un banco cercano, quitando molesto su mano de la mía.- Perdí. Ya no llego a más. Me duele el cerebro- comento frotándome las sienes.
Él se sentó a mi lado y rió fuerte y claro.
-Es porque confundes unas cosas con las otras y entonces acabas divagando demasiado.- Aclaró corrigiéndome.- Sin embargo, ha sido un gran ejercicio- finiquitó.
Entonces me dio un par de palmaditas en la cabeza, con una enorme sonrisa.