jueves, 4 de julio de 2013

Niebla

Me encuentro en una habitación prácticamente plateada y negra. Al fondo, la luna lo ocupa todo el ventanal y, justo en el centro de la estancia, una bañera de cristal negro. 

A los pocos segundos y, como si se tratase de una serpiente que sale al escuchar la dulce melodía de su encantador, Aren Ferenc Darvenwish aparece ante mí, desnudo, pues acaba de salir de lo más profundo de aquel pozo al infierno con forma de bañera, por lo que aparto la vista, azorado por tal perfecta visión.

-Veo que no te importuna entrar en mis aposentos sin avisar pero sí te avergüenza lo que puedas encontrar dentro. – resuelve, con el pelo completamente pegado a su cuerpo y el agua aún chorreando. Dibuja una media sonrisa en su esmaltada boca para, sutilmente acercar ambas manos a ambos lados del objeto más preciado de su anatomía- No muerde- canturrea-Tú también tienes una – acierta a decir- ¿De qué avergonzarse? Jajaja...- aquella sutil y casi inaudible risa picarona me molesta.

Entonces alza su pierna y sale de la bañera y, en cuanto pone un pie en el enmoquetado, su cuerpo comienza a vestirse mágicamente de abajo hacia arriba y su pelo se seca en un pestañeo, quedando perfectamente peinado.

-¿Sabes qué hago aquí?- inquiere- ¿Sabes acaso por qué puedes verme? ¿Olerme? ¿Tocarme?- dice tomando mi mano y acariciando su dorso suavemente. Yo le veo sin decir nada.

-Digamos que… un ser tan bello, con una esencia tan macabra, pérfida, regodeante y absolutamente perfecta como la mía no podía ser sólo… no puedo ser únicamente un mero objeto de diversión, entretenimiento y en ocasiones burla de un hombre tan deforme, así que simplemente, he decido dejar de no existir para volverme tangible. – me coge la quijada- ¿O acaso hay algo que Aren Darvenwish no pueda hacer? – inquiere enseñando una enorme sonrisa. - ¿Cómo yo iba a ser  un mero pensamiento, una mera declinación de una mente tan pobre que vive en un cuerpo tan asqueroso?- masculla con recelo divertido.

Ese adjetivo me recorre la espalda de arriba abajo y me hace enfurecer- Retira eso- le espeto con asco. – Te recuerdo que en mi mente sigue encerrado Silvanus Kettleburn y que en mi mano está el poder asesinarlo en cualquier momento.- le amenazo.

Él ríe.

-Ah, ¿sí? ¿Sabes acaso quien está ahora en mi mente? ¿Sabes quién no es más que un pensamiento mío y que al igual que tú con el pequeño, puedo asesinar en cualquier momento?-Chasquea los dedos y me sume en la oscuridad de su mente para enseñármelo, atado y encerrado en una de las más horribles celdas de su corrompida mente.- En efecto… Se han intercambiado las tornas- canturrea. - Así que ten mucho cuidado- dice cogiéndome una mejilla y ladeándola de derecha a izquierda. – El caso es que… - chasquea de nuevo los dedos para volver a la sala.

-No le hagas nada. – le amenazo.

-No está entre mis planes- dice automáticamente. –Ni se me había pasado por la cabeza. – Sonríe- Sólo quiero que vea y que sienta lo que yo he sentido todos estos años, encerrado en ese cuerpo. Eres incapaz de sentir mi impotencia. Encerrado en ese engendro -dice dibujando una mueca de verdadero asco y abrazándose de una forma muy teatral. – Yo no merecí eso... Qué tortura el verme al espejo…– dice con voz teatral y de falso gimoteo. Entonces, su rostro se desfigura en una oscura y terrible  sonrisa.- Ya he tomado todo lo que formaba su vida. Incluso su decrépito aspecto está guardado en mi mente ahora.

-¡DEJA DE REFERIRTE A ÉL DE ESE MODO!- chillo tirándole un cojín a la cara.

Cojín que se desintegra a medio camino.- ¿Por qué? ¿Acaso no es cierto? ¿O es que a ti te gustaba?- dice rodeándome- ¿Cómo qué? Ni mi alto intelecto es capaz de comprenderlo- canturrea- No ¿verdad? –Me agarra la quijada con extrema fuerza- admítelo.- Impera triunfante y con ojos de desquiciado.- Te da asco- ríe gravemente.

-¡ASCO ME DAS TÚ!- le espeto, con la cara aplastada de modo que mis labios sobresalen bastante.

-Ojojojo~- dice soltándome y dándose la vuelta para, pieza a pieza, volver a desnudarse por completo y, elegantemente, darse la vuelta para dejar su hombría muy cerca de mí. - ¿De verdad?- dice viéndome a los ojos- Porque yo diría que lo único que despierto en ti es absoluto y puro deseo. – acierta.

-N-no…- digo negando con la cabeza- ¡IDIOTA!

-Idiota~ gran palabra. Tan grande como mi orgullo- objeta.- Es… todo tuyo- dice agachando la cabeza y alzando una ceja, con interés.

-No necesito… eso…- digo asqueado.

-Quien lo diría- dice cogiendo mi mano y poniéndola en su parte más íntima- Esto es lo que has estado esperando toda tu vida, ¿verdad? – Mastica con orgullo y pretensión- Y es algo que eso nunca podrá darte- ríe jocoso.

Entonces me separa de él y vuelve a vestirse con calma, para luego, acuclillarse delante de mí y coger mi mano.- Ven conmigo- dice sincero. –Él ya no es nada… sólo yo existo ahora. – habla mientras frota su cara contra el dorso de mi mano, aspirando mi olor.- Será un placer tener su más preciada joya en mi haber. Será todo un honor…

Confundido y excitado, trago saliva y asiento lentamente con la cabeza, derrotado: lo he visto con mis propios ojos… ya no hay vuelta atrás, aunque aún estoy cargado de dudas e incertidumbre.


-…Perfecto…- dice apretando fuertemente su mano en la mía, hundiendo sus, de repente afiladísimas uñas en mi carne, que me arranca un horrible chillido de dolor y sufrimiento. El primero de muchos, por haber accedido a hundirme con él en su mundo de tinieblas.