sábado, 27 de febrero de 2016

Sereno.

¿No son las personas
como pequeñas farolas
que con tibio vidrio
protegen de la noche, la lluvia y el frio
su valiosa luz?

¿No es esa luz la que guardamos?
Esa pequeña vela 
que con mimo abrazamos?

¿Acaso no existe el momento
en el que cierran los ojos y buscan,
entre el frío vidrio que protege su mente
un retazo cálido y luminoso?

¿Soy acaso pues, el único ser que
pese a parecer apagado,
aún abrazo mi luz doliente y abatida 
por los cristales rotos de mi mente marchita y herida?

¿Cuándo vendrá mi sereno?
¿Cuándo acabará mi agonía?
¿Mañana?
¿Algún día?

¿Cuándo el sereno arreglará esta vía
en la que vivo, vagando sin rumbo
a solas  y oscuras?

¿Cuándo vendrá mi sereno?

¿No son las personas como pequeñas farolas?
¿Podré proteger mi luz de este frío que agota?
¿Acaso podré levantarme
con luz ardiente en mi pecho
y, con amor tempo y esfuerzo,
arreglar los vidrios que ahora anhelo?
¿Solo puedo?
¿Pregunto obviedades negativas
por el frío que mi a mi luz atiza?

¿Cuándo vendrá mi sereno?
¿Reparará por fuera la farola
para poder brillar con luz propia?

¿Dejaré algún día de sobrevivir con recuerdos pasados
y vivir bajo mi propia luz evitando el granizo?

Espero con ansias al sereno.
Espero que mi luz brille.
Espero que pronto llueva.
Espero que pronto nieve
para derretir los copos
con mi luz caliente
y servir entonces, 
de guía a quien me encuentre.