lunes, 10 de marzo de 2014

Para Manola.

Puso su mano sobre su teta
sonrió, nervioso.
Tragó saliva. Cogió su cartera. 
Era el momento: estaba orgulloso. 
Sacó el condón, con sabor a fresa
y lo colocó, habilidoso. 

Sonó entonces el despertador. 
¡Maldito seas!
¡Objeto cruel, destructor de sueños!
¡Maldito seas!
¿Ahora dónde me meto?
¡Maldito seas!
Repitió con  enfado y gonadal aprieto. 



Dedicado a Manuel Vaqueiro Graña.  

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