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domingo, 5 de agosto de 2012

Reporteros por el Mundo (de Mithos). Hoy: La Familia Price *tatatancha*

Caminar por los sombríos parajes de la Isla de Cáligo, a la sombra de las altísimas montañas de Lumen, que aprecen alzarse hacia el astro rey, puede ser una árdua tarea, pues los caminos en ocasiones, son complejos y un extragero pordría perderse con facilidad por las tierras del continente de las sombras, pero tú no eres como los demás, eres inteligente, y decides que, para explorar Cáligo, no hay mejor momento del día que cuando el sol está en lo más alto, pues las gentes duermen por lo general, excepto los trabajadores que tienen el turno de día, que pese a que su sueldo es mayor, sus condiciones son difíciles, pues la luz no es amiga de sus ojos. Pese a todo, yo seré tu guía, así que, amigo mío, embarquémonos en una inusual aventura por las tierras de la noche para da así, con nuestro objetivo: una gran familia, tan poderosa en batalla como en las finanzas. Una familia cuyos componentes tienen todos un rasgo común, dominante y característico: sus rubísimos cabellos. A estas alturas deberías saber de quien te estoy hablando, mi joven e inexperto explorador de las tierras del amo Darvenwish, en efecto, te estoy hablando de la familia noble por excelencia de estas tierras, su apellido es conocido e incluso temido para quienes osan enfrentar su puesto nobiliario, pero con su temple y dedicación, los Price siempre han salido airosos de todos sus enfrentamientos, ya fuera con pluma, con moneda, o con espada.
Así, que, mi joven pupilo, realizaré un hechizo sobre tu persona y sobre la mía y nos deslizaremos gracias a otro, como fantasmas, por el aire, y podrás así investigar a tan maravillosa familia que, de otro modo, sería imposible conocer, pues no abrirían las puertas de sus palacios ni castillos, ni casas comunales ni pisos por mucha insistencia que pusiésemos en nuestro empeño.
Acompáñame pues y yo te iré indicando y explicando todo lo que tus ávidos ojos vayan captando. Venga, no nos demoremos más.
Ahora que sendos hechizos nos cubren y protegen, otorgándonos el don de la fantasmagoricidad, comencemos nuestra visita  guiada.
Caminas, bueno, te deslizas raudo por caminos te tierra y a ambos lados puedes ver manadas de animales, que pastan bajo la supervisión de nadie, pues sus dueños, seguramente duerman y atiendan sus necesidades de noche, pese a todo, los animales no están solos, pues guardándolos, se hayan varios cánidos, serviciales y perfectamente entrenados que cuidarán de una fuente económica ganadera tan importante como esa.
Pronto, se dejan ver algunas casas, con las ventanas tapadas con contraventanas de madera, otorgando a sus inquilinos, la oscuridad tan necesaria para su descanso diurno, huyendo así de la luz del sol, que tantas moestias les causan, pese a la sombra constante de las altas montañas del continente vecino, que gracias a su disposición, mantienen en sombra todo el continente del caudillo.
Giras la vista y ves las montañas de la luz. Son tan inmensas… tan magestuosas… te preguntarás porqué los caeruleus no se toman como una ofensa que sus vecinos cláritas tengan una posición más elevada que la suya en la geografía, ya que eso, les sitúa por encima y podría ser utilizado como ataque hacia los sombríos, que guradan, ya en sus genes, ese ego característico. Pues bien, para los caeruleus, los cláritas no son más que su sombrillero, por eso, pese a estar a la sombra de los cláritas, y nunca mejor dicho, no se consideran inferiores, sino que para ellos, sus vecinos no son más que unos imples criados que hacen el trabajo sucio de taparles del sol. O por lo menos, esa es la visión de la familia a la que vamos a visitar, no tomes ejemplo de que todos los caruleus son iguales.
Pronto tu camino se divide. Uno hacia el sur, que continúa siendo de tierra y que puedes ver que va hacia las orillas del mar o puedes escoger otro, quizás, un poco más adecentado, pero no mucho, que se pierde en un profundo bosque a lo lejos. Eres un chico listo, como bien dije al principio, deberías saber que camino escoger sin que yo te dijese nada y , efectivamente, mis pesquisas no son erróneas, pues no te has equivocado al escoger el camino que va a dar al bosque, pues en el frondoso lugar es donde se celebra cada año, las Fiestas por el Aniversario de la Reconquista del Continente, las comúnmente conocidas como Las FARC, que se basan en juegos de cacería, donde, como te podrás imaginar, también destaca la familia Price. Será divertido ver los trofeos obtenidos en estas fiestas en el salón de su casa, pero para ello, debes primero dar con la Capital. 
El bosque es muy espeso, procura no perderte, pues seres de todo tipo podrían acecharnos y darnos muerte. Así que lo mejor será que salgamos de este bosque pronto. ¿Qué te parece si subes por encima de las copas de los árboles para tener una mejor visión? Venga, tienes un hechizo de levitación en tu poder y otro de invisibilidad, úsalos como bien sepas y saca tajada de ellos. Al fin y al cabo, me dijeron que eras un chico listo. 
Asciendes en el aire, apartando las ramas de los árboles, de oscuras maderas y de hojas marrones, rojas e incluso alguna azul puedes ver también, para llegar casi hasta las nubes. Desde ese lugar privilegiado, puedes ver a la perfección a lo lejos la imponente Capital, la Gran Ciudad de la Noche, donde el tirano guarda a su pueblo, junto con sus 5 consejeros, donde la vida fluye de noche y de día aparenta ser una ciudad fantasma, por lo que si queremos ver a los Price y saber donde viven y cuales son sus actividades, sería conveniente que esperásemos a que se hiciese de noche, mientras, podrías acercarte e investigar un poco la arquitectura de ciudad, los castillos... has lo que te plazca hasta que veas que el horizonte se vuelve rojo y violeta, esa es la señal de que los caeruleus vuelven a la vida. 
Recorres las calles pavimentadas, que bajo la luz del sol brillan. Están muy limpias. Tienes sed, pero a estas horas de la tarde, todo está aún cerrado. Tranquilo, pronto las tabernas se llenarán, las herrerías abrirán de nuevo sus forjas y las calles recuperarán el calor humano de los de las orejas en punta. 
Pero no puedes quitarte una cosa de la cabeza: el Palacio en el que el líder de todo esto vive. Te  pica la curiosidad y decides ir flotando  hasta su hogar. Revisas ventana por ventana, hasta que das con sus aposentos, pero están completamente vacíos, recuerda joven curioso, que el líder ahora tiene su lecho a kilómetros de su hogar, pues está en una gran misión que ahora, nada tiene que ver en nuestra visita. 

Las horas pasan y te aburres de cuchichear, pues todas las tiendas están cerradas aún, por lo que crees que lo mejor que puedes hacer es sentarte en unas escaleras y esperar a que anochezca. Pese a que ya llevas un tiempo en la ciudad, aún no te has acostumbrado a verla tan desierta, hasta que entonces, ves a un caeruleus madrugador, el lechero, lo que augura que pronto la ciudad despertará de su letargo. 


Venga, ahora que la ciudad renace, es hora de que estés atento y logres dar con la mansión de los Price. Venga, busca. Eres un chico listo, podrás dar con ella tú solo, pero bueno, si te resulta complicado, siempre puedes preguntarme. 


Decides pues, establecer un tipo de pirámide: si el edificio más alto es el del caudillo, quizás, las casas que rodeen al castillo del mismo sean también de cuna noble, pues no crees que la gente vulgar, campesinos y demás, vivan puerta con puerta con el líder de la noche. Decides pues, buscar en las masniones y palacetes que rodean la manzana en la que el Palacio de Aren Darvenwish ha sido construido y, después de un par de búsquedas, puedes ver por una ventana, a una mujer rubia, de pelo corto, a la altura de las orejas, con su cabeza tapada por un elaboradísimo sombrero de importación, deduces, por el tipo de telas, ya que parecen extranjeras por los motivos que nos muestra. Acompaña sus orejas con bonitos pendientes de piedras preciosas y su frente es tapada por un largo flequillo que contrasta con el corto pelo de su nuca, sus ojos son de un azul brillante y muy muy claro, como si se tratasen de un par de cubitos de hielo puestos hacia el cielo y para terminar, un collar de perlas blancas delimitan el fin de su cabeza para dar lugar a un gran escote, donde descansan un par de senos cubiertos por una piel de algún tipo de animal caro, pues su pelo parecía extremadamente cuidado. 
Su cuerpo estaba enfundado en un gran vestido negro y verde, acorde con el color de su sombrero y muy elegantemente, sus finas manos, enguantadas en un par de guantes de terciopelo negro que cambiaba su tonalidad al verde en el extremo de los codos hasta donde los mismos llegaban y como colofón, un enorme anillo decora uno de sus dedos, seguramente una muestra de su matrimonio. 
Tu miras las escena, la ves nerviosa caminar de un lado a otro de la impresionante habitación en la que se haya, pero los cristales te impiden entrar en la estancia, para olisquear todo más de cerca. Tranquilo, pronto las cosas se animarán, no desesperes. 
Y efectivamente, al cabo de un rato, entran, de un modo muy elegante dos hombres enfundados en negro riguroso, ambos con capa y con cara de preocupación. El más mayor de ambos, seguramente el Señor Price, Caballero de Honor y Duque de Cáligo, destaca seguramente por un rasgo muy característico como es la falta de un ojo, o por lo menos, la apariencia de que le falta un órgano visual, pues un elegante parche negro adorna uno de sus ojos. Tu no puedes saber porqué ni cuando le ha ocurrido eso, pero, en el fondo, no te importa mucho, ya que su capa te tiene engalanado. Sabes que es una pieza excepcional y te preguntas, si el Duque de Cáligo, el Señor Price formará parte de los 5 de Darvenwish, pero tampoco puedes saberlo, lo cierto es que no sabes nada sobre ellos, simplemente los observas, flotando fuera de la ventana, sin poder escuchar nada de lo que hablan, un poco agitados. Te pica mucho la curiosidad, pero por desgracia, no tengo ningún hechizo que te haga atravesar paredes, no conozco ninguno y si lo hay, no lo he aprendido. Puedo hacer que parezcas un fantasma, joven, pero no que lo seas. 
Centra ahora tu atención en el mas joven de los tres, en esa escena tan pintoresca. ¿De quién se tratará? Es un joven desgarbado, muy alto, fuerte, buen mozo, con una barba rubísima de una semana, aproximadamente, mientras que su claro pelo, característico de su gen familiar, es corto, bien cuidado, pero corto, realmente corto. Su gesto es rudo y no debe de superar los treinta años de edad, en su poder, una bonita espada con una "P" grabada en su empuñadura, atada a su cinturón, descansa, seguramente, con muchos muertos a sus espaldas... o no, quizás solo sea postureo. 
Puedes ver como hablan pausados y que conforme la mujer habla, su marido guarda silencio, mientras que el más joven de los Price presentes, se lleva una mano, que parece un yunque a la cara, para frotársela con fuerza, intentando asimilar lo que su madre, tía, o quien sea, les está contando a ambos. 
Como conclusión sacas que bueno, que como en todas las familias, todas tienen sus problemas, por mucho dinero o pro muy poco dinero que tengan. No crees que puedas hacer mucho más aquí, pues de los Price, es conocida su gran enemistad con los chismosos como nosotros, no debemos interferir en sus vidas y debemos quedarnos con la espinita clavada de lo que se traen entre manos. Una cosa es segura: no te han parecido buenas noticias. 
Y ahora, sin más dilación, creo que es hora de partir, mi querido jovencito inteligente, pues parece que los tres abandonan el cuarto para dirigirse seguro, a sus distintos menesteres asignados para que la familia Price mantenga su fama y poder. 
Me miras y te encoges de hombros y yo te froto la cabeza. Tratándose de la familia Price, hemos conseguido bastante, no te creas. No se dejan ver con facilidad. Hemos tenido suerte, pues son una familia muy discreta. Creo que podemos tomarnos esto como una victoria, pues ahora, conocemos por lo menos, el aspecto físico de los Señores Duques Price y de la existencia de un posible hermano, o primo de uno de los valientes guerreros que han decidido entregar su vida al entrenamiento en el Palacio de Brontë, pero eso, amigo mío, es otra historia. 





jueves, 12 de julio de 2012

El melocotonero

-Maestro, Maestro, tengo muy malas noticias.
-Ay, Shifu, solo hay noticias, no son buenas ni malas.
-Maestro, tu visión se ha cumplido: Tai Lun se ha escapado de la prisión y viene hacia aquí.
-Esa es una mala noticia, si no confías en que el Guerrero del Dragón pueda detenerlo.
-¿Ese Panda? Maestro, ese Panda no es el Guerrero del Dragón. Ni siquiera debería estar aquí. Fue un accidente.
-No existen los accidentes.
-Ah... lo sé, eso ya lo has dicho... dos veces.
-Bueno, eso tampoco ha sido por accidente.
-Tres.
-Mi viejo amigo... el Panda jamás afrontará su destino ni tampoco tu el tuyo hasta que abandones la ilusión del control. 
-¿Ilusión?
-Ah... Shifu, mira este árbol. Yo no puedo hacer que florezca cuando me plazca, ni puedo obligarle a que de frutos antes de tiempo.
-Pero hay cosas que podemos controlar. Puedo controlar la caída del fruto. Puedo controlar donde plantar la semilla. Eso no es una ilusión, Maestro. 
-Ah... sí. Pero hagas lo que hagas, esa semilla se convertirá en un melocotonero, tu podrás desear una pera o una naranja, pero te dará un melocotón. 
-Pero un melocotón no puede derrotar a Tai Lun.
-A lo mejor sí que pude, si estás dispuesto a guiarle, a educarle, a creer en él.
-Pero ¿cómo...? ¿Cómo? Necesito tu ayuda, Maestro. 
-No. Lo que necesitas es creer. Prométemelo Shifu, prométeme que creerás.
-Lo... lo intentaré.
-Bien. Mi hora ha llegado. Deberás proseguir tu viaje, sin mí. 
-Qu-qué.... que... que ¡No! Maestro, ¡No me dejes!
-Debes creer
-¡Maestro!



Fragmento de la película Kung Fu Panda que adoro. Me gusta mucho esta peli y tiene partes muy buenas. 


jueves, 12 de abril de 2012

40 años de conversación perdida

Aquella tarde te vi. Hacía años que no te veía. ¿Cuantos? ¿20? Por lo menos. Estabas sentado en un banco de piedra, a la orilla de la playa. El Sol se estaba poniendo y el naranja lo pintaba todo, incluso tu piel, que siempre había sido blanca. Me acuerdo que cuando éramos jovenes, odiabas ir a la playa y me amargabas los veranos porque querías que estuviese a tu lado. Eras muy especialito. Reí internamente. 
Estabas un poco viejo. Al final todos caemos, yo también lo estaba, pero no tanto. La mala vida sin duda, como yo había vaticinado, te había pasado una factura millonaria y había tomado por aval a tu cuerpo. Chasquee la lengua. Yo también había envejecido... pero no de ese modo. Tenía el pelo cano por las sienes y marcadas líneas de expresión, resultado de grandes risas y de mi cararter siempre alegre. Tú, por el contrario, "gozabas" de una melena por los hombros, grasienta y medio grisácea, un chandal acompañaba a tu demacrado cuerpo y lo hacía parecer relativamente sano, aunque yo sabía que lo únnico que hacía era tapar tu huesudo armazón de vida, ya debil y oxidado, pero que aún te mantenía unido a aún a esta sin saber muy bien porqué. Tus sucios dedos agarraban un cigarrillo. Seguramente, el último de infinitas cajas que de momento, habían pasado por tus manos.
Me acuerdo que querías ser piloto. Me lo repetías muy a menudo. Yo te envidiaba, pues no sabía que hacer con mi vida. De hecho, siempre te envidié. Hasta los 16 fuiste mi modelo a seguir... cuantas vueltas dá el mundo. Iba a tu casa a jugar con tu consola porque tu no le hacías ni caso y yo me moría por tener una. Si. Reconoco haber abusado de tí en mis primeros años de vida, pero es que eras bastante pesadito, aunque bueno... siempre estuviste a mi lado. Siempre. Fuiste una de las personas más importantes de mi vida y verte así, me da mucha pena.
Los veranos en el Mercantil no nos los van a quitar nunca, aunque ahora a ti, con tu ascpecto, seguro que no te dejarán entrar.
Te he hechado de menos. Demasiado. ¿Porqué has tenido que escoger este camino? Quizás no valieras para estudiar... pero... esa no era la solución.
Me aucerdo cuando tu padre te dijo que tenias una hermana en Buenos Aires de la que tu, con 16 años, no habías oido hablar de ella jamas. Permiteme decirte que tu padre era un cabrón. Nunca me la presentaste... creo que se llama María o algo así. Y Eloy... el pequeño Eloy... ¿Qué habrá sido de él? Era un crack con el balón. Y hablando de crack... seguro que lo has probado. Esa cara no es de una persona que no lo ha hecho.
Suspiré.
Querría remangarte las mangas del chadal para ver como esban tus brazos, delgados, desnutridos y acribillados por un ejercito de agujas de metal. Seguramente tengas sida.
Aprieto los puños y me paso una mano hacia atrás por mi pelo plateado y azabache. Aún me acuerdo cuando aquel verano me lo teñí de rubio... Aquel fue un gran verano, pero tu nunca me viste. Con 18 años ya te habia perdido la pista.
¿Tendría hijos? Yo tengo 2... ambos en la universidad... espero mucho de ellos. Si los tienes... espero que por lo menos hayan tenido una buena madre.

Me apetecía decirte algo, pero despues de 40 años, las palabras no salían con facilidad. Al fin me decidí a mojarme los labios con la lengua, aclararme la garganta y decir su apellido dulcemente. - Señor Asorey...- dije haciendo una reverencia encorvando el cuerpo hacia delante unos 30 grados. A continuación le tendí una mano amable. Al lado de la suya, parecía la mano mas saludable del mundo.

Lo levanté de un suave tirón del suelo y le dí un abrazo, un abrazo potente, cálido, que ardía tan fuerte que parecía quemarnos. Al fin y al cabo, habia sido mi mejor amigo y yo el suyo. Ese abrazo se alimentó durante 40 segundos de los recuerdos perdidos de 40 años, fue potente, cargado de sentimientos embotellados y un par de lágrimas dulces que se me escaparon por verte así.

Te odio por haberme hecho esto. Me fallaste, te perdiste a propósito e intentaste arrastrarme contigo. Tu y tus amigos, seguramente ya no tengas contacto con ellos. Ahora, por lo que se ve, solo te quedo yo.
Mi madre me decía siempre... "este Luis... siempre tan callejero, si estudiara un poco, mejor le hiría" yo le respondía al principio " bueno... déjalo, no es buen estudiante, pero mira, por lo menos tiene salud, por si quiere trabajar, que eso es lo importante..." ahora ya ni eso.
Me rio amargamente cuando recuedo el día en que les desvelé a mis padres con 14 años (tu 15) que fumabas. Me acuerdo de llorar por ti en el sofá de mi casa. Las garras de humo te habían atrapado y yo, en un intento desesperado por ayudarte a salir, acompañándote a todos los sitios para que no olvidases quien eras, acabé por caer contigo. Pero si, aquella nche lloré mucho. Soy y siempre fui y llorón. Me preocupo demasiado por la gente y tengo la tendencia innata de intentar meterme en su pellejo en tdo momento para empatizar con sus sentimientos... lo que pasa es que yo no estoy preparado para soportar ciertas situaciones, y ese es el auguro de mi llanto.
Si, soy débil... ¿qué le voy a hacer? Tu siempre fuiste el líder. Pero bueno... ahora no se que decirte, sinceramente.

Me separé de tí y te agarré por los hombros.- Ven, te invito a un café. ¿Quieres?. Él asinitió y, agarrándole fuertemente con mi diestra, la cual cruzaba su espalda, arrimándolo a mi, nos fuimos a una cafetería cercana.
Tendría que llamar a casa... no se cuanto tiempo me va a llevar recuperar 40 años de conversación perdida.


Ya iba siendo hora de hacerle una entrada a Luis. Para  los de Mithos, que sepais  que no es Alexander, es otro Luis xD bueno, pues eso. Necesitaba hacer esta entrada... dicen que si tienes un sueño y lo cuentas no se cumple y bueno, esta entrada fue un sueño, así que no quiero que se cumpla, por lo que lo dejaré aquí publicado para la posteridad (o hasta que el FBI cierre Blogger xD). Un beso.

domingo, 26 de febrero de 2012

Desayuno

Las colonias británicas en el nuevo mundo tenían al mundo en vilo. Ellas eran el futuro. De ellas se nutría el viejo continente como si del Maná se tratara en los 40 años que Moisés le dedicó a su pueblo para llegar al Reino de los Cielos.
El viejo continente se había quedado mustio y sus tierras mediterráneas, cultivadas desde hacía mas de 4000 años, estaban lavadas, apagadas y secas. Europa ya no era lo que fue en la larga y tediosa Edad Media, en la que Dios daba los frutos, no la tierra. Y qué decir de la gloriosa Roma o el reino Heleno, que han sido la cuna de todo lo conocido y que han expoliado la tierra de tal manera que ahora, en 1753, Europa ha perdido casi todo su potencial como recurso económico, ganadero y agrícola.

La pobre y consumida Europa agradeció el descubrimiento de América como una cura contra el cáncer. Un cáncer llamado "humanidad" que se extendía por su superficie, en busca de nuevos terrenos fértiles que ya casi no quedaban.

América fue el alivio. La salvación. Una salvación que, al igual que la penicilina, se convirtió en el remedio para absolutamente todo.
La ahogada religión, que ya había sufrido un sesgo debido a cierto germen luterano, veía peligrar su estatus, pero gracias a América, tomó aire y se dedicó a colonizar y embutir mentes jóvenes y frescas con las ideas del momento.
Por fin, lo que se necesitaba. Alimentos, negra tierra, llena de ricos nutriente sin explotar, oro, explanadas, nuevos animales, tomates, tabaco, chocolate, absolutamente todo.
Era lo que todo el mundo esperaba ero que nadie buscó porque, la idea de que existiera tierra más allá, no era concebible.

España domina y Reino Unido y Francia la imitan. Traen a Europa la novedad, el júbilo y de nuevo, a la vida.

Yo pertenezco a una de esas colonias británicas. Una de esas que actúan como un intermediario con la cadena de montaje de los materiales. A nuestra pequeña ciudad, llegan los productos en bruto, y nosotros, con nuestro trabajo, los manufacturamos y los enviamos desde nuestro camino de tierra hasta Boston, para que, desde allí, lleguen sanos y salvos a la sedienta Gran Bretaña, que espera como agua de Mayo, cada gramo de producto americano que les enviamos.

Siempre he tenido la ilusión de ir a Europa. yo he nacido aquí, y mis padres me dicen que es imposible, que mi destino es atender las colonias, vigilar a los esclavos y atender el pequeño rancho.
Sé que es cierto, por eso no quiero pensar mucho en ello.

Y ya veis, ahora estoy aquí, en el día después de Acción de Gracias, a mis 26 años, casi la mitad de mi vida. Con un marido y un hijo.
Deben de ser... las doce de la mañana o al una de la tarde, por la posición del Sol... He invitado a unos amigos a mi casa y, después de un fantástico desayuno, en el que ha habido de todo menos racionamiento, estamos todos felices y contentos. Somos 6 a la mesa, mi marido, Nelson, está guapísimo. Le he regalado un gorro de, lo que aquí se conoce como Pilgrim. Como os habréis dado cuenta, somos peregrinos británicos, creyentes hasta la médula y con el negro en nuestras ropas por bandera, celebramos las vacaciones de Acción de Gracias compartiendo, como es tradición, el pavo con nuestros vecinos nativos.

A la mesa, tenemos a Nonaatkee y a Crolkik, dos jóvenes nativos, la primera mujer y el segundo varón, este último es hijo de de uno de los jefes mohawk de la zona. Siempre nos ayudan con el maíz y las costuras.
Daneenkee, el hermano de Crolkik, nos acompaña a la mesa en esta ocasión por cumplir sus quince años. Es un muchacho apocado y callado, pero sabio con el arco y la cerbatana.
Por último, nos acompaña la querida Margarett, la vecina viuda de la casa de enfrente. Sin hijos y sin nadie a quien alimentar en estas fechas, todos los años es recibida en nuestra casa para pasar una agradable velada.

Mi hijo no deja de trastear con sus cosas, mientras sus rubios cabellos hacen contraste con el negro gato con el cual juega.

El sol entra a raudales por la ventana e inunda la inmesa cantidad de frutos secos y ojas de té que estamos preparando entre todos como divertimento mientras hablamos de los males del pueblo, sin poder hacerlo de los del mundo debido a la falta de conocimiento.

Mi marido me mira y me hace un gesto con la cabeza. Ya va siendo hora de ir sacando la comida. Es duro, pero debo abandonar la animada charla, para ponerme a hacer la comida. Nuestros invitados esperan.

Mientras, Benjamín Franklin inventa el pararrayos, los corsos se revelan contra los genoveses y el filósofo irlandés George Berkeley muere.

Yo, ajena a lo que en el mundo ocurre, sirvo sonriente la comida. Primero a mi marido, luego a Crolkik, luego a mi hijo. Una vez los varones están servidos, comienzo con las damas, por lo que la más anciana recibe primero. Margarett. Luego iría yo, pero debo ser cordial y sirvo primero a Nonaatkee. Para cuando me sirvo, queda poca o casi ninguna comida, pero no me importa. Como mi parte y atiendo la casa. Me gusta mi vida.

Mis padres son felices. Ellos ya han muerto, no hace mucho, pero si. Han muerto. Murieron contentos y desde el cielo y el seno de Dios me cuidan, cuidan a mi hijo, Cameron y a mi familia. Sé que lo harán.

En nombre del Padre, del Hijo y de Espíritu Santo. Amen.

Pronto acabará el año. Debo excusar a los presentes... el correo ha llegado.

Es de Caroline. Una vieja amiga de Nelson. Ella y tuvo la suerte de poder irse a Gran Bretaña. La envidiaré siempre. Se fue hace unos nueve meses o diez... no sé.

Se la entrego a mi marido, Nelson, pues la carta es para él. La abrió y, subió las escaleras hacia la habitación, haciéndome una seña para que le siguiera. Obedecí, pero ya no bajé.
No bajé nunca.


En 1753 mi corazón dejó de latir. El año en que Gran Bretaña adopta el primero de Enero como día de año nuevo, tras la adopción del Calendari Gregoriano.
1753.
Un buen año.

Siempre supe que lo mío con Nelson solamente fue una aventura que se nos escapó de las manos. Sabía que no estaba enamorado de mi. Lo estuvo en un pasado, pero ahora no. No lo creo... bueno, creía.

No sé lo que pasó después de la una y media de aquél día de Acción de Gracias. Solo espero de Cameron crezca sano.

lunes, 30 de enero de 2012

S. II

S. Salió a dar un paseo aquella tarde. Hacía fío y tenía las manos un poco amoratadas. Cargaba una enorme mochila llena de libros que nunca leería. No le gustaba el colegio.

Los demás chicos del colegio se reunían siempre al salir de clase en un parque cercano para jugar y divertirse mientras sus madres hacían la comida.

S.no podía permitirse ese lujo. En primer lugar, S. vivía bastante lejos de su casa y no podía pararse a jugar con los otros niños, S. a diferencia de sus compañeros de clase, iba a otra clase de parques, mucho más deprimentes y llenos de gente extraña: traficantes, fumados y gente con trastornos debidos al consumo de estupefacientes.

Cada vez que S. llegaba a ese tipo de parques, todos se le quedaban mirando, y no era de extrañar: un jovencito de rubios cabellos, tierno, dulce y con cara de niño bueno en medio de barbudos, tatuados, gente vestida de negro, ambiente deprimente y olor a droga en cada partícula de aire... no era un lugar muy recomendable.

Pero a S. No le importaba en absoluto. Había unos chicos mayores que él, de entre veinticinco a treinta años, que la droga y la mala vida habían llevado casi a la ruina pero que trataban bastante bien al muchachito.
S. se sentaba a su lado, oyendo ensimismado sus batallitas, cómo habían escapado de la autoridad, de la carcel... o como le habían partido las piernas a uno que no pagaba las mercancías.

Los hombres de mala vida aceptaban la compañía del jovencito, pero tampoco es que le hicieran mucho caso, simplemente, estaba ahí. Pero para S., eso era suficiente. El mero hecho de estar arropado por un grupo de personas, era suficiente para él.


viernes, 27 de enero de 2012

Los 4

Se acabaron las clases. Por fín: Verano. Quedamos los 4 de toda la vida. Los 4 de siempre, los 4 que habían crecido juntos. Los 4.
Esta noche nos arreglamos. Ellas se pintan como putas y nosotros Nos engominamos y cogimos condones. Hay que celebrar que aprobamos todo como dios manda.
Yo y él las recogemos en mi coche y nos vamos directos a darselo todo a la noche: nuestra alegría, nuestras ganas de divertirnos, nuestras ganas de brindar por ella, que nos agasaja con su manto de oscuridad todos los días, haciendo que nuestras pupilas se dilaten para poder ver mejor a las chicas que se pavonean ante mi y mi amigo. Esta va a ser una buena noche.
Despues de bailar un rato y beber como espojas, los 4 acabamos sentados en un banco cantando canciones de toda la vida. Tenemos la voz resgada y estamos medio afónicos, pero lo hacemos en alto y sinvergüenza.

Ninguno de los 4 ha follado esta noche, por lo que cojemos los condones y los hinchamos de agua, tirándolos a los coches desde un puente cercano, si atinamos en el parabrisas chillamos y gritamos de alegría. Esta noche no somos nosotros. En nuestras mentes rebotan guitarras, baterías, bajos y voces desgarradas que, como ahora las nuestras, entonan canciones de libertad, júbilo, drogas y lo buena que esta la vecina del cuarto.
Al final de la noche, los 4 estamos absolutamente cansados. Ellas han perdido sus zapatos sabe dios en qué garito, y nosotros tenemos las camisas por fuera.
Caminamos por la calle, con el Sol naciente dándonos en la cara, deslumbrándonos, mientras nuestros brazos se pasan por las espaldas del que tenemos al lado, creando una cadena de 4. Los 4, los de toda la vida. Los que han sido y serán siempre los que caminan cada verano hasta el amanecer.

Bah, bah... padres que no te dejan hacer un WordSong en condiciones... #nosoyfan Uno no se puede centrar ni meterse en la canción cuando tu padre te dice: "CHAVAL! PASAPACAMA! (xD) jajaja así que ha salido este churrillo xD pareo bueno....~~ ya saldrán mejor xD.

sábado, 21 de enero de 2012

Tiempo de Reencuentros


El reloj no paraba de resonar en la estación. Era grande, dorado y redondo. Las agujas marcaban incesantemente como los segundos pasaban y se perdían uno detras de otro en el olvido del paso del tiempo, para no poder ser recuperados de nuevo nunca más. Yo veía como se movían y tragaba saliva al imaginarme que cada momento que pasaba, él estaba mas cerca.
Esperaba arrugando un papel entre mis manos, no podía evitarlo tenía que mover las manos cuando estaba nervioso y ese folleto de propaganda me había venido al pelo.
El tiempo... por el cual nos movíamos no paraba, arrastrando al tren en el que él venía, seguramente sentado, cómodo, calentito, escuchando una cancion de esas que le gustaban tanto y que yo tan poco soportaba.

Una brisa helada recorrió la estación de una punta a otra y como si arrastrado por esta fuese, un majestuoso tren de vapor apareció a lo lejos.

El tren, a diferencia del tiempo, se pararía al llegar a su destino.
Yo veía desde mi asiento como el tren cesaba su aceleración, para detenerse por completo y al fin, verle salir de entre la gente.

Me saqué el sombrero con orejeras y corrí hacia él, que me vió como si hubiera visto un muerto, ya que no esperaba que lo reconociese después de diecinueve años sin verme.
Creía que las circunstancias de nuestra juventud, una guerra y las desdichas que nos habían precedido desde que nos separaron con doce años habían hecho mella en su cerebro haciendo que me olvidase, pero al ver mi abrazo correspondido, no podía evitar apretarlo más contra mi.

Me separé de él y lo analicé, en medio de la estación que, ahora abarrotada de gente, nos sumergía en un silencio caótico en el que miles de voces hablaban pero que no nos decían nada. Estabamos demasiado centrados analizándonos en silencio. Viendo como el tiempo, que no se paraba ni un segundo desde la Creación, había envejecido nuestros rostros. Aún eramos jóvenes, pero habíamos abandonado la tierna infancia para convertirnos en hombres. Hombres que habían llevado vidas muy distintas.
-No creí que iba a volver a verte.- le dije feliz. Rebosante de vida. 
-Yo tampoco creía que iba a volver.- me respondió él.
Apartó entonces su gabardina marrón que cubría todo su cuerpo para dejarme ver su pierna, que ya no lo era, sino que esta había sido sustituida por una de metal y plástico, haciendo la función de una de verdad.
-Lo siento. La guerra no ha dejado indiferente a nadie. Ella se ha llevado a mi familia, a toda. Ahora vivo en soledad. Llevo viviendo solo desde que mis hijos y mi mujer falleceron. La guerra se los llevó.

Nos vimos de nuevo. Sonreímos y nos dimos un par de golpes en la espalda.
-¿Vamos a tomar algo y me lo cuentas con tranquilidad?- dijo el echándome un brazo por la espalda. - Se te vé afectado.
-Venga- le dije con una sonrisa dolorida por haber habierto las heridas del pasado, esas que el tiempo cierra por si solas y que solo duelen si las vuelves a recordar.
Y así, ambos se perdieron entre la muchedumbre. Dos almas solitarias que ahora solo se tenían el uno para el otro.

Mi primer WordSong

jueves, 12 de enero de 2012

S. I

S. salió a dar un paseo por el bosque. Hacía muy buen tiempo, por lo que estiró los brazos, sintiendo que sus tendones ya no daban más de sí, pero el seguía estirándolos porque le gustaba sentir la presión en ellos.

S. estaba contento ese día. Bueno... realmente hacía mucho tiempo que no era feliz, ya que vivía en un continuo infierno, ya fuera por asuntos amorosos, económicos, sociales o psicológicos. Fuera lo que fuera, siempre había algo que le preocupaba y no se le salía de la cabeza por más que lo intentaba, pero dentro de su desgracia, aquel día estaba feliz aún dentro del umbral de la preocupación.

S. caminaba con las manos en los bolsillos dándole patadas a una piedra. El bosque era un lugar bonito donde pasar el verano, ya que los árboles le tapaban la cabezota del sol y le otorgaban una buena sombra, fresca y que olía a pino.

Hoy se iba a pasar todo el día solo si podía. Un día tan bueno no era digno de ser estropeado por nadie, así que mejor solo que mal acompañado.

Uno de sus hermanos mayores apareció entonces y lo cogió por el cuello y comenzó a frotarle la cocorota con los nudillos mientras S. gritaba de dolor.

-Eres un imbécil, F.- le dijo una vez se hubo liberado.

F. apoyó su brazo en su cabeza usándo a S. como un atríl.- Oh, venga, hermanito, no te enfades, que se te agria el caracter- dijo gracioso.

-F. Eres un bruto... déjame en paz- dice intentando irse.

-Espeeeera - dijo F. agarrándolo de una oreja. - Sabemos lo que le has dicho a papá y a mamá y aún no me lo creo, pero bueno- dijo rebuscando en su mochila- tu hermana A., D., G., y yo te hemos comprado algo.- dijo sacando un paquete y dándoselo a S.- espero que te guste y si no te gusta, te jodes.

-Que agradable eres, F. de verdad...- dijo son poder evitar soltar una sonrisa al ver su regalo.- Gracias- dijo desenvolviendo el contenido para que su cara se viese reflejada en la superficie brillante de su regalo, que se iluminó al recibir un rayo de luz de entre los árboles, golpeando con un haz de luz los ojos del joven.

-F. es genial... muchas gracias -dijo abrazándolo. La verdad es que hacía años que no abrazaba a su hermano y le dio un poco de vergüenza.

-S. ¿eres imbécil? ¡Suéltame! alguien podría vernos y pensar que te estoy haciendo de esas cosas raras que te gustan.

A S. le daba igual que su hermano se metiera con él ahora. En ese momento era demasiado feliz.

miércoles, 11 de enero de 2012

El mundo iluminado

Vale, vale, (ò.ó) antes de nada decir que no me parece correcto la gente me vaya robando las ideas muchoa antes de que las haya escrito. (si, jodido doctor, yo también iba a hacer algo sobre caminos). Pero como ya lo tengo medianamente pensado, lo escribiré de todos modos. Quizás lo modifique un poco para que sea un poco distinto a la idea original, así que, ahí va:

Hasta la fecha, su vida había sido "normal". Había sido un niño "normal" con una familia "normal". Era un niño que siempre había seguido el camino dictado por su familia: un camino recién asfaltado, con aceras bonitas y jardineras a los lados, con farolas bonitas. El asfalto olía a nuevo y la pipntura de la calle estaba como nueva. Además, todo el mundo decía que esta avenida, conducía a la felicidad si la seguías hasta el final. Aunque había algo extraño en la maravillosa carretera que el niño seguia: no tenía color. Todo estaba en blanco y nergo. Sus padres, su familia, las flores, las farolas, su pelo, sus ojos, los deditos de sus pies... todo era gris, blanco y negro. Pero como el joven no había experimentado nunca los colores, (ni el ni ningún miembro de su familia) para él era de lo más normal.
"El camino del bien, y de la felicidad" así es como llamaba su gente al camino, que seguían felices sin preguntarse qué había más hayá... lo que pasaba es que el concepto de "felicidad" del chavalin era bastante diferente al del resto de su familia.

Si analizabamos su vida "normal" a fondo y con lupa, podíamos advertir que su camino estaba lleno de irregularidades y que no todo el tiempo había caminado por la maravillosa avenida asfaltada que todo el mundo le mandaba seguir, sino que el joven muchacho, a veces abandonaba la carretera para coger algún atajo por el monte o cruzando un río... No lo hacía a menudo, ya uqe su familia lo tenía extremadamente controlado para que el vivaz joven, con ansias de experimentar, conocimientos y aventuras, no descarriara de la buena trayectoria.


Su familia estaba muy orgullosa tanto de sus miembros individualmente como del conjunto que formaban en comun. Nunca se habían separado y seguían el camino dictado por lo "correcto" para llegar a la "felicidad" y, aunque conforme nuestro portagonista se iba haciendo mayor le costaba más y más darles la mano a sus familiares para continuar todos juntos, él lo hacía. Con pocas ganas pero lo hacía, viendo con soslayo com las "desviaciones" de la "avenida de la felicidad" se quedaban atrás conforme el grupo iba caminando por la avenida de la vida feliz.

Un día, el joven intrépido, que caminaba de manos de sus padres, vió, en su mundo grís, una sombra que caminaba por una camino de tierra y de baja calidad que atravesaba perpendicularmente su avenida. La sombra tenía forma de persona y caminaba sin inmutarse. 

Al principio, al muchacho le dió miedo, pero cuando la sombra cruzó la carretera, se paró y vió al chico a los ojos, tendiéndole una mano.

El chico tragó saliva y correspondió a su gesto dando su mano a la sombra. La de la sombra estaba fría y, por muy caliente que la del chico estuviera, la suya nunca se calentaba.

Al final la sombra se fue con ellos y siguió su camino, pero el joven ya no iba de las manos de su familia, sino que caminaba, jugaba y corría por delante del grupo con su muevo amigo: la sombra.

A esta última, le encantaba hacer tantas travesuras como al chico y su divertimento máximo era perderse por los caminos distintos al que su gente seguía.
A veces lo conseguían con tretas y trucos, pero como la sombra no hablaba y podía hacerse invisible, cuando los pillaban haciendo alguna de las suyas, siempre le reñían al muchacho, quedando la sombra siempre impune y se reía de sus reprimendas cuando estaban a solas los dos.
En una ocasión, no hacía mucho tiempo, en una de sus mayores escapadas, la sombra y el chico se perdieron en un camino bastante peligroso y escarpado, por lo que decidieron acampar aquella noche en una cuevita que encontraron.
Todo estaba extremadamente oscuro, por lo que el hombrecito no podía ver a su amigo, ya que la oscuridad se lo había tragado. Tenía miedo. Podía sentir la mano de la sombra apretando la suya, pero no podía verle. 

Caminaron hasta la entrada de la cueva y se pararon. El chico estrujó el brazo de su amigo, temblando de miedo. No quería dormir en un sitio tan siniestro.

La sombra se dio cuenta de eso por lo que se soltó de su mano para abrazarle por la espalda y apoyar su cabeza en el hombro del joven. De repente, la sombra dejó de estar fría para pasar a casi quemar, y de su oscura silueta comenzaron a manar todos los colores que existen. Infinitos, inundando todo hasta donde la vista del chico alcanzaba. Se vió las manos y tenían color, vio la hierba y tenía color, la cueva se iluminó también y su pelo había adquirido color. 

Las pupilas del joven se dilataron al máximo para poder alcanzar y apreciar lo alucionante del poder de su amigo. Ahora que había visto la luz pintada, todo iba a ser diferente. Su mente sufrío un tremendo shock, por lo que aquella noche ninguno de los dos durmió: el muchacho se quedó admirando la gama de colores que bañaban todo lo que veía. Colores que manaban de su amigo sombrío.

Estaba incrédulo y expentante. Nunca había tenido un experiencia como aquella. La sombra le sorió al ver que su poder le había agradado y se sentó a su lado para admirar también su creación luminosa.

Al día siguiente, ambos encontraron el camino de vuelta y se reunieron con su gente. El joven no les dijo nada a sus padres por miedo a que lo tacharan de enfermo, loco o desequilibrado, por lo que todo quedó en un secreto de los dos.

Ahora, a cada desviación que encontraban, se metían por ella, perdiéndose lo máximo posible la mayor cantidad de tiempo posible para gozar de las maravillas de un mundo iluminado, en secreto.
Con forme el tiempo pasaba, el chico se dio cuanta de ua cosa: cuando seguía la carretera asfaltada de la "felicidad", se aburría mucho y sentía desperdiciar su vida con cada paso que daba en aquel gris camino. Nunca sería feliz. 
Pero si estaba con la sombra y se iban por los caminos a vivir aventuras, entonces si que lo era.


Actualmente, el muchacho se ha encontrado en el gris camino de la vida, con una bifurcación.
A su derecha está el camino que su gente ha seguido hasta la fecha y que nunca jamás dudarían en no seguir, de echo, para los miembros de la familia más viejos que llevaban más tiempo caminando por la avenida asfaltda, el seguir un camino distinto a ese era una traición, una deshonra y la falta de respeto más grande del mundo.

El chico sabía que sus padres no veían con buenos ojos su amistad con la sombra y sus escapadas por caminos de tierra que no eran los correctos, pero era su hijo y bueno..., le querían, aunque no sabían hasta que punto lo seguirían haciendo si su retoño seguía con aquella actitud.

A la izquierda, está un caminode tierra pero este, a diferencia de los anteriores, no es un pequeño sendero, sino que es tan ancho como la "avenida de la felicidad".


Ahora, la gente del chico quiere seguir por el camino de "toda la vida" y llaman por el joven para que vaya con ellos, mientras que la sombra, en silencio, tira de su manga de la camisa para irse juntos por el camino de la izquierda.


Ahora mismo, el chico está en una difícil tesitura de la que no sabe como salir o reaccionar. bueno, sí que lo sabe: se quiere ir con la sombra. Pero no tiene el valor suficiente como para decirle a su familia que será el primero de su clan en desviarse de la avenida gris del bien, para vivir su propia felicidad.

Parece que el tiempo se ha parado y todo el mundo le mira a él, esperando que se sentencie de una vez por todas... algún día tendrá que hablar, pero no sabe cuando.

¿Que queréis que haga el muchacho, si el mundo le ha iluminado?

Sangre del descanso eterno.

Es un joven príncipe , de esos a los que se les cae aún la corona de la cabeza porque no tiene los sesos suficientes para llenarla.
El futuro monarca, de no más de 18 años de edad, es bastante irresponsable para el estatus que debe mantener, pero a cambio, es una persona buena, cariñosa y, sobre todo: preocupado por los demás.

El principito tiene un lacayo. Es un hombre major que él, pero que no llega a los 40. Es el encargado de cuidarle, lavarle, vestirle, enseñarle, entretenerle, divertirle y desahogarle.

En un pasado, el lacayo odiaba profundamente sus tonterías de niño rico y malcriadao, pero ha hecho un buen trabajo y ahora, gracias a sus lecciones y a su experiencia, el joven príncipe es mucho menos insoportable.

Pero al príncipe le preocupa algo. no puede dejar de preguntarse cosas: ¿Porqué el goza de su condición mientras que otros deben vivir como lacayos?. Su lacayo en bueno con el , desde pequeño ha estado conmigo, pasando noches en vela si hace falta cunado yo enfermo y agradándome siempre hasta puntos insospechados...
Y yo: ¿Que puedo hacer por él? Mi lacayo me dá mucho y yo no le doy nada.

El príncipe se maldice una y otra vez  hasta que un día reune a su lacayo en su habitación, cerrando con llave la puerta.

-Siéntate, lacayo.-le ordena el joven príncipe.

El lacayo se sienta en la cama.

-¿Que ordena mi señor?- pregunta como de costumbre con su grave voz.

-Quiero hacerte una pregunta- preguntó el jovencito viendose al espejo mientras se colocaba un par de mechones.

-Pregunta que obtendrá respuesta si esta yace en mi conocimiento, señor- responde el lacayo.

-Muy bien. Dime lacayo. ¿Qué te puedo ofrecer yo para agradecerte tantos años de fiel servicio? Por favor, sé sincero.

El lacayo abre mucho los ojos ante la pregunta y tarda unos segundos en responder, buscando en su cerebro la mejor y única respuesta.

-No quiero que me ofrezca nada. No tiene porqué hacerlo. Es mi trabajo y yo lo cumplo.- Hace una pausa- lo único que me podría ofrecer es mi libertad.- dice sin alterar su tono.
-¿Tu libertad? Pero lacayo, tu condición está ligada a mi persona, por lo que la única forma de liberarte es que yo... me muera.

-Exacto, mi señor, por eso no puede ofrecerme nada.

-Si que puedo- le reprocha el joven prícipe, dejando ver su cara mas infantiloide.- Toma- dice dándole una bolsa con infinitas monedas de oro y una daga y se sentó a su lado.- No es justo que tú me hayas ofrecido tanto de tu ser y yo no pueda hacer lo mismo. Has sido un buen lacayo, pero tu me das mucho y yo no puedo vivir en paz con este remordimiento de no poder ofrecerte nada a cambio.-Ahora- dijo viéndole a sus negros ojos- quiero que me mates y huyas con el dinero.

-Señor, está delirando- le discute el lacayo- será mejor que se acueste. Parece haberle sentado mal la cena.

El príncipe le dá una contundente bofetada.

-No discutas mis órdenes, lacayo.

-Señor... no.

-Hágalo.

-No puedo.
-Muy bien.

Entonces coge las manos del lacayo con la daga en ellas y se apuñala así mismo con fuerza en el abdomen, manchando las manos del lacayo, la colcha y la almohada con su sangre caliente, dejando en sus monárquicos labios, ahora yermos, una profunda sonrisa con la que abandona el mundo de los vivos.

martes, 3 de enero de 2012

Andakira I

El gigante había descendido de la montaña. Solo había pasado una semana desde la vez anterior… ahora los ataques parecían que se daban con mucha más frecuencia.
Timertown era una pequeña aldea perdida en medio del bosque. Sus habitantes vivían del comercio de la más importante fuente de energía: la madera. Esta era vendida a lejanas ciudades como Mascarel, Bellevue y sus exportaciones llegaban incluso hasta el Castillo del Cuervo y a Braverock, la capital.
Con esta madera Se fabricaban armas, se calentaban hogares y se construían casas. Todo el mundo había oído hablar de los infinitos tipos de maderas de Timertown. Era algo de lo que se podía estar orgulloso.
Pero a los gigantes parecía no importarles mucho ni los asustados pueblerinos ni el trabajo que les daría reparar todo el daño que estaban haciendo.
A decir verdad, era extraño que los gigantes atacasen de forma sistemática la aldea mes si y mes también, puesto que eran criaturas de escaso intelecto y la gente comenzaba a sospechar de que algo podría estar manipulándolos, haciendo que bajasen de las montañas cada cierto tiempo, sistemáticamente. Pero claro: no eran más que habladurías.
El montaraz del pueblo partió enfundado con una enorme capa negra con capucha montado en el caballo más rápido del pueblo para pedir ayuda al Rey Morgan, que vivía en Braverock para que que enviase refuerzos para azotar a los gigantes, puesto que las escasas murallas y los pocos soldados que defendían a Timertown, rondaban ya la nulidad.

Después de veinte días de viaje en caballo hasta Braverock, y otros veinte días de regreso a Timertown, el montaráz regresó solo al pueblo, portando con él una carta.
El pueblo, que por entonces contaba con nueve casas, una taberna, un consulado, una serrería y un par de cuarteles, acompañados de unos cuantos metros cuadrados de tierra cultivable, dos docenas de cabezas de ganado para su sustento y una escuela en la que el Maestro daba clases a los pocos niños que allí habitaban, con la vuelta del montaraz, todo estaba en semirruínas. En la ausencia de este, no uno, sino tres gigantes habían atacado al pueblo, dejándolo casi como una ciudad fantasma. La gente se había refugiado en los bosques y por lo que el montaraz veía, la gente no tenía pensado volver.
Se dirigió al consulado, donde debería estar el Alcalde acompañado del Maestro, pero por lo que se veía, todo parecía abandonado, de hecho, aún se podía oler el olor rancio de los gigantes e incluso había unas cuantas manchas de sangre en el térreo suelo de la plaza del pueblo.
EL Montaráz, al verse en semejante tesitura, partió al bosque para intentar encontrar a los posibles supervivientes y, después de una semana buscando y alimentándose de bayas suilvestres y del rocío de la noche, consiguió encontrar a la mitad de la población de Timertown desperdigada por los bosques, convenciéndoles para que volviesen a sus hogares.
Casi todos los supervivientes eran niños y mujeres, ya que seguramente, los hombres habían dado sus vidas luchando para defender a sus familias con antorchas, fustas, hachas, etc.
El Alcalde fue de los pocos hombres, junto con el Maestro, que se encontraron con vida. Era un hombre bueno, pero cobarde.
Sus manos temblorosas abrieron el sobre que el Montaráz le entregó en cuanto la situación en Timertown se hubo tranquilizado un poco.
La carta decía que en estos momentos de guerra contra los Orcos en el sur, los cuales resistían en las ciudades orcas de Korad-Nur, Untir-Nur, Norad-Kur y la Isla de Mal-orca y la lucha contra las ordas de elfos oscuros en le este, provenientes de las cuevas de Morgac, y de los bosques negros de Ckyiu, en estos momentos el reino de los humanos no podía desprenderse de un batallón para hacer frente a los gigantes y comenzar una batalla que no estaban dispuestos a perder. El rey Morgan firmaba la carta y, en cierto modo, por duro que fuera, la situación del reyno de Andakira, no era muy prometedor.

Las últimas noticias de la situación internacional del reino eran las siguientes: por el sur, desde el este de Mascarell, hasta Silver Creek, un pequeño pueblo bastante desprotegido, que basa su subsistencia en el libre mercado, en puestos ambulantes y el mercado de reses por parte de nómadas (la, verdad, no es un lugar agradable en el que vivir. Goblins y orcos suelen estar azotando la pequeña comarca continuamente), toda esa zona está siendo atacada constantemente por ordas incesantes de orcos que luchan desesperadamente por huir del desierto. Nadie sabe por qué repentinamente, los orcos (que no solían comportarse como bestias a no ser que te precipitases en sus tierras sin permiso) habían comenzado su ascensión hacia el sur. Unos decían que era porque la escasez del desierto les habían tentado a buscar fortuna y alimento a las tierras más fértilres del norte, otro simplemente defendían que los orcos eran idiotas.
Tanto la raza de los enanos como la de los humanos, ayudados por los seraphines, algún que otro elfo del bosque y magos consagrados, luchaban en organizados ejércitos contra las ordas orcas. Algunos podréis pensar que la organización vence al caos, pero cuando la vista otea el horizonte y avista una masa informe, salvaje, y enorme de orcos abalanzándose sobre los puntos de resistencia… a veces se hace realmente difícil contenerlos.

Por otro lado, en el este, el reino de la alianza de magos, elfos, seraphines, enanos y humanos, luchan contra los elfos oscuros.
La batalla del sur y del este son completamente diferentes: la del sur es bruta y sin piedad, sin embargo, la del este, es una guerra silenciosa, que funciona mediante emboscadas, trueques e intercambios de información al mejor postor. Los elfos oscuros son realmente inteligentes. Es una batalla de intelectos, en la que la astucia, el buen hacer e incluso el trato cordial pueden evitar una escaramuza. Los elfos oscuros se han aliado con mercenarios humanos, y cuentan en sus filas con medusas, seres que causan el pánico entre las filas de la Alianza, ya que se ocultan en los árboles y petrifican a los guerreros desde las alturas, ocultas en las secas y podridas ramas de los bosques de Ckyiu. Ademas, vampiros y hechiceras hacen que la guerra del este sea mucho más compleja de lo que aparenta.

Pero en medio de toda esta corrupción, maldad, caos, muerte, y decadencia del reino de Andakira, se alzará la leyenda. La leyenda de Anthony, la guerrera del fiel coraje, acompañada siempre de su fiel compañero Magnam, un joven e intrépido joven que no se separará de ella aunque eso le cueste la vida.

Mariana

La séptima hija
Su madre yace ya inerte
Debe crecer bajo el amparo de María
Encerrada hasta su muerte
Creció joven, pura e inocente
Se convirtió en mujer
De alto coeficiente
Le gustaba su vida
Pero por la ventana veía
De su celda que el mundo se movía
Risas, coches, ruido
Agetreo, libre albedrío
Un trabajo
Una canción
Un crío
Y mientras se pensaba su imaginaria vida,
Su piel se pudría con los años,
Viendo por su celda
Más de un siglo pasó viendo vidas ajenas
Su sonrisa se la comió el tiempo
Dejando arrugas por decenas
Al final de su vida hizo recuento
Y mientras escribía sus memorias,
                                                      Un infarto cortó su pensamiento

Amante del Rocío

Espero sentada en un parque mientras veo como atardece. El lago que tengo delante brilla en un bonito baile de naranjas, rojos y violetas. Sonrío, per no puedo evitar sentirme melancólica.
Cojo mi castañopelo y me hago un moño, pero como no tengo ninguna goma del pelo, utilizo dos lápices a modo de sujeción, ya que atraviesan mi pelo, aguantándolo mientras luchan contra la fuerza de la gravedad.
Él no aparece, y yo sigo sentada, retorciendo un kleenex entre mis dedos.
En mi mente suena una canción: Hallelujah... pero no se porqué... total, no se ha producido ningún milagro.
Dos gorriones se posan delante mía, picoteando el suelo, y a lo lejos en el lago, dos cisnes nadan juntos. Me quedo pensando entonces en que tenía un profesor que decía que los cisnes eran los únicos animales que se morían de amor si su pareja o ser querido se moría también... quizás deberíamos aprender más de los cisnes.
Debería haber muerto la semana pasada, con mis padres... pero yo no iba en el tren... quizás ese sea el milagro por el cual no se me va esta canción de la cabeza.
El Sol me dice hasta mañana, y la noche ocupa su puesto, tiñiendo el cielo con su azulada y negra tinta con la que nos deleita, mientras que con un pincel muy fino, va dibujando pequeños puntitos en el cielo y para finalizar, la noche termina su cuadro con una enorme luna llena, que me baña la piel con su mortecina luz, haciéndola más blanca de lo que ya es.

Empieza a hacer frío, por lo que me pongo la rebequita de lana que me regaló mi madre... nunca llegó a vérmela puesta.
Si, definitivamente debí haber muerto con ellos la semana pasada... es mejor que vivir con este remordimiento.

Entonces me pongo de pié, porque oigo unos pasos. Me aliso la falda y mis dilatadas pupilas buscan al propietario de tan dichosos sonidos.
Le veo.
Corro hacia el.
Le abrazo.
No lo suelto.
A mis 29 años, me siento como una estúpida niña, que llora desconsoladamente porque ha suspendido 5 y no quiere que llegue la hora de llegar a casa. El tampoco me suelta, pues sabe mi situación de sufrimiento.
Me dice que me quiere y que estará toda la vida conmigo y me jura que si yo me muriese, el se comportaría como un noble y elegante cisne y se vendría conmigo para estar siempre juntos.
Me besa y yo le correspondo, con la cara llena de lágrimas.
Es mi amante. No un amante de esos que se utilizan para poner los cuernos. Es mi amante porque me ama y yo le amo, es la mejor persona del mundo. Ninguno de los dos somos supermodelos: somos gente normal, con vidas normales... nunca fuimos de esa gente que tiene muchos amigos, o fuimos populares en el instituto, pero estar abrazada a él, hace que me sienta en el cenit del mundo. Ahora nadie es más feliz que yo.

Entonces se separa de mí e inca su rodilla en el suelo, manchándose el pantalón de tierra. Pero le da igual. Me repite que me quiere y saca de un pañuelo de tela perfectamente doblado el anillo de boda de mi madre. Ella y el debían do tenerlo todo preparado. Comienzo a llorar aún más al verlo y me propone matrimonio, mientras el lago brilla bajo la intensa luz de la luna y los grillos hacen acto de presencia, actuando como banda sonora, haciendo que se respire en el ambiente un tono mágico.
El helado rocío cae sobre nuestras cabezas y yo no respondo. Estoy demasiado emocionada como para hacerlo. Mis padres han muerto en un accidente de tren la semana pasada y ahora mi amante me propone matrimonio con el anillo de mi madre ya fallecida. No me lo puedo creer. Por un lado no puedo dejar de pensar en ellos, lo que me hace sentirme triste y querer morirme, pero por otro lado soy la persona mas feliz del mundo.

Le veo a los ojos y hablo por primera vez en dos semanas.

-Sí. Sí quiero.

Entonces lo levanto del suelo y dejo que me ponga el anillo. Lo abrazo muy fuerte y el a mi. Entonces los lápices se me caen de la cabeza y mi melena queda libre de nuevo. Me da igual.

Y nos quedamos toda la noche abrazados en el banco en el que y le había esperado. Toda la noche despiertos, callados, apoyados uno en el otro. Queríamos decirle "buenos días" al Sol. 
Al final, la noche se recoge, dejándole paso al elegante día que brilla elegante, con su traje de luces que ilumina y caldea nuestras pieles, llenas del rocío.

La pareja de cisnes sale de su escondite nocturno para buscar juntos el desayuno. Sonreímos al mismo tiempo al ver como meten su cabeza en el agua. Es gracioso, por lo que decidimos imitarlos e irnos a tomar un café con leche a una cafetería. 

Vejez

Su vieja lengua baila libre en una cavidad bucal sin apenas dientes. Sus labios ya no mantenían su posición normal, sino que estaban metidos hacia dentro por carencia de piezas bucales, además, las pronunciadas arrugas que bañaban el contorno de su boca, lo hacían parecer aún mas viejo.
De sus fosas nasales salían un par de pelos descuidados, y su cara estaba bañada por una fina barba blanca de no más de tres días, que le daban un aspecto aún más desaliñado. De sus orejas también brotaban unos pocos pelos grises.
Estaba calvo por la mitad superior del cráneo, pero de la mitad inferior de la cabeza, brotaba un pelo gris, sin color, apagado y muerto hasta los hombros.
Sus manos se agarraban fuertemente a la silla de frío hierro en la que su delgado y maltrecho cuerpo descansaba. Eran unas manos feas, arrugadas y con las venas muy marcadas en su moteada piel, llena de pequeños lunares. Dedos torcidos y doloridos por el reuma. Las uñas estaban mal cortadas y algunas estaban sucias.
Sus atrofiadas piernas hacían mucho que ya no le respondían... medio siglo ya... sin poder mover ni un ápice de cintura para abajo.
Aunque la fría silla tenía ruedas, el hombre no era capaz de moverlas, puesto que estaban viejas y oxidadas.
Pero aún no hemos hablado de sus ojos...
Ojos azules, tirando a grisáceos... eran los ojos más bonitos que yo nunca había visto. El derecho estaba ciego... un anzuelo lo había dejado inútil hacía más de setenta años. Se podía apreciar perfectamente el corte en el ojo propinado por tal puntiagudo artefacto de pesca, y el otro, estaba vidrioso, como si tuviese una fina catarata en el cristalino... aún así eran preciosos.
Estaban viendo a un punto fijo, casi sin pestañear... su casa estaba ruinosa y solo se escuchaba el paseo y los murmullos de los gatos lo rodeaban.
El viejo no comía desde hacía tres días... no porque él no quisiera... sino porque su mujer se había caído fatalmente, muriendo delante de el... estaba su mujer, delante suya... muerta... rodeada de gatos... y el no podía hacer nada... no tenía ni fuerzas para tirarse de la silla abajo... sabía que su fin estaba cerca... por lo que simplemente esperó al cuarto día, cuando los vidriosos ojos del anciano se cruzaron por última vez con los de su esposa, llevándolos a ambos, al camino de la vida eterna, atados y juntos para toda la eternidad, por aquella última mirada que jamás los separaría, aún cargada de amor, después de más de ochenta años juntos.

Peca

Tu eres el pecado
el peor de todos
el irresistible
con olor a pescado
ojos de arándano
piel de arroz
labios merengados
mejillas de pastel
cuello de melocotón
senos de miel
cadera de salmón
cintura de nata
Piernas de infinito placer
mi lengua no para
muslo de pavo
huevo
lubina
liebre
merluza
maíz
Tú.
Hermosa mujer
madam de Venus y Afrodita
infinito gusto
tu pelo tiene aroma de orégano
chocolate y ciervo
Llévame contigo
al mundo de los sentidos
deja que toque tu pelo de angula
tus dulces orejas
tus saladas uñas
mi querida Gula.

Tenochtitlan

Las blancas velas marcan el rumbo
El viento azota sus envejecias caras 
carcomidas  por la sal y la marea
Barriles, petates.
Todo listo para llegar al nuevo mundo.
Debilidad, hemorragias y escorbuto
pero a lo lejos, el sol brillaba.
El buque tocó tierra
y Cortés pisó América
Millones de sensaciones afloraron
Rojo del tomate
Azul del cielo
Amarillo del Sol
Verde del suelo
Santa Bárbara y Santa Catalina
¿Qué hace el Eden en la India?
En armaduras mojadas
Luz desfragmentada
Tierra virgen
Toda nuestra
Apareció de entre la nada
La ciudad más hermosa de América
La ciudad de oro
La ciudad del tiempo
corazones aztecas
latían sin decoro
felices
Perros sangre Dios
Garrochistas dolor Padre
Cañones pena Cristo
Fuego miedo María
Balas horror Jesus
No quedó niño con cabeza
ni templo que no ardiera
America era nuestra:
Nuestra leyenda negra.






Tomaban las criaturas de las tetas de las madres por las piernas, y daban de cabeza con ellas en las peñas. Otros daban con ellas en rios por las espaldas, riendo y burlando y cayendo en el agua decían, «bullis cuerpo de tal»; otras criaturas metían en la espada con las madres juntamente, y todos cuantos delante de si hallaban. Hacían unas orcas largas que juntasen casi los piés á la tierra, y de trece en trece, á honor y reverencia de nuestro Redentor y de los doce Apóstoles, poniéndoles leña y fuego los quemaban vivos.


Pasaje de la Brevísima de fray Bartolomé de Las Casas, que me sirvió de inspiración.