sábado, 21 de enero de 2012

Tiempo de Reencuentros


El reloj no paraba de resonar en la estación. Era grande, dorado y redondo. Las agujas marcaban incesantemente como los segundos pasaban y se perdían uno detras de otro en el olvido del paso del tiempo, para no poder ser recuperados de nuevo nunca más. Yo veía como se movían y tragaba saliva al imaginarme que cada momento que pasaba, él estaba mas cerca.
Esperaba arrugando un papel entre mis manos, no podía evitarlo tenía que mover las manos cuando estaba nervioso y ese folleto de propaganda me había venido al pelo.
El tiempo... por el cual nos movíamos no paraba, arrastrando al tren en el que él venía, seguramente sentado, cómodo, calentito, escuchando una cancion de esas que le gustaban tanto y que yo tan poco soportaba.

Una brisa helada recorrió la estación de una punta a otra y como si arrastrado por esta fuese, un majestuoso tren de vapor apareció a lo lejos.

El tren, a diferencia del tiempo, se pararía al llegar a su destino.
Yo veía desde mi asiento como el tren cesaba su aceleración, para detenerse por completo y al fin, verle salir de entre la gente.

Me saqué el sombrero con orejeras y corrí hacia él, que me vió como si hubiera visto un muerto, ya que no esperaba que lo reconociese después de diecinueve años sin verme.
Creía que las circunstancias de nuestra juventud, una guerra y las desdichas que nos habían precedido desde que nos separaron con doce años habían hecho mella en su cerebro haciendo que me olvidase, pero al ver mi abrazo correspondido, no podía evitar apretarlo más contra mi.

Me separé de él y lo analicé, en medio de la estación que, ahora abarrotada de gente, nos sumergía en un silencio caótico en el que miles de voces hablaban pero que no nos decían nada. Estabamos demasiado centrados analizándonos en silencio. Viendo como el tiempo, que no se paraba ni un segundo desde la Creación, había envejecido nuestros rostros. Aún eramos jóvenes, pero habíamos abandonado la tierna infancia para convertirnos en hombres. Hombres que habían llevado vidas muy distintas.
-No creí que iba a volver a verte.- le dije feliz. Rebosante de vida. 
-Yo tampoco creía que iba a volver.- me respondió él.
Apartó entonces su gabardina marrón que cubría todo su cuerpo para dejarme ver su pierna, que ya no lo era, sino que esta había sido sustituida por una de metal y plástico, haciendo la función de una de verdad.
-Lo siento. La guerra no ha dejado indiferente a nadie. Ella se ha llevado a mi familia, a toda. Ahora vivo en soledad. Llevo viviendo solo desde que mis hijos y mi mujer falleceron. La guerra se los llevó.

Nos vimos de nuevo. Sonreímos y nos dimos un par de golpes en la espalda.
-¿Vamos a tomar algo y me lo cuentas con tranquilidad?- dijo el echándome un brazo por la espalda. - Se te vé afectado.
-Venga- le dije con una sonrisa dolorida por haber habierto las heridas del pasado, esas que el tiempo cierra por si solas y que solo duelen si las vuelves a recordar.
Y así, ambos se perdieron entre la muchedumbre. Dos almas solitarias que ahora solo se tenían el uno para el otro.

Mi primer WordSong

2 comentarios:

  1. Me gustan esos señores u.u y al que espera me lo imagino con bigote è.e

    Tiene gracia porque al principio parecen niños y luego lees que son mayores XD me gosta me gosta

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