martes, 3 de enero de 2012

Pupilas dilatadas

La música revienta las paredes de la discoteca. Los chicos bailan animados las canciones del verano, mientras que la discoteca brilla, salta se divierte como un más.
Rojo, verde, amarillo, azul, violeta, blanco, naranja.


En este momento no existen preocupaciones. No en ese lugar.

Nuestro cerebro nada en una coctelera llena de alcohol y serotonina, haciéndonos experimentar sensaciones maravillosas.
Nuestros pies cansados soportan botes, pasos, pisotones y giros sin quejarse nunca. Hoy lo tienen prohibido.
El olor a amor, camaradería y buen royo es tan intenso que se podría incluso coger con las manos.
Hacemos un descanso:
Tequila, limón y sal.
Y volvemos al ruedo con energías renovadas.

El sol se asoma, y como si nos doliese verlo, le damos la espalda, quedándonos profundamente dormidos en nuestros mullidos colchones después de una noche inolvidable.
El rojo, verde, amarillo, azul, violeta, blanco y naranja, se han vuelto invisibles dado que nuestra habitación está a oscuras, pero seguimos sintiéndolos aún e nuestro interior, con la esperanza que al día siguiente, podamos volver a sentirlos, bajo unas enormes ojeras que, como un par de madres, te recuerdan los peligros de la noche, con su violáceo color, apagando nuestra mirada.
Lo mejor es ponerse las gafas de sol, y esperar a que la Luna se ponga guapa de nuevo, con su liguero cargado de estrellas, planetas y cometas y que vuelva a pinchar nueva música, tiñendo el cielo con su infinito vestido de D&G... por eso la noche es tan sexy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario