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jueves, 4 de julio de 2013

Niebla

Me encuentro en una habitación prácticamente plateada y negra. Al fondo, la luna lo ocupa todo el ventanal y, justo en el centro de la estancia, una bañera de cristal negro. 

A los pocos segundos y, como si se tratase de una serpiente que sale al escuchar la dulce melodía de su encantador, Aren Ferenc Darvenwish aparece ante mí, desnudo, pues acaba de salir de lo más profundo de aquel pozo al infierno con forma de bañera, por lo que aparto la vista, azorado por tal perfecta visión.

-Veo que no te importuna entrar en mis aposentos sin avisar pero sí te avergüenza lo que puedas encontrar dentro. – resuelve, con el pelo completamente pegado a su cuerpo y el agua aún chorreando. Dibuja una media sonrisa en su esmaltada boca para, sutilmente acercar ambas manos a ambos lados del objeto más preciado de su anatomía- No muerde- canturrea-Tú también tienes una – acierta a decir- ¿De qué avergonzarse? Jajaja...- aquella sutil y casi inaudible risa picarona me molesta.

Entonces alza su pierna y sale de la bañera y, en cuanto pone un pie en el enmoquetado, su cuerpo comienza a vestirse mágicamente de abajo hacia arriba y su pelo se seca en un pestañeo, quedando perfectamente peinado.

-¿Sabes qué hago aquí?- inquiere- ¿Sabes acaso por qué puedes verme? ¿Olerme? ¿Tocarme?- dice tomando mi mano y acariciando su dorso suavemente. Yo le veo sin decir nada.

-Digamos que… un ser tan bello, con una esencia tan macabra, pérfida, regodeante y absolutamente perfecta como la mía no podía ser sólo… no puedo ser únicamente un mero objeto de diversión, entretenimiento y en ocasiones burla de un hombre tan deforme, así que simplemente, he decido dejar de no existir para volverme tangible. – me coge la quijada- ¿O acaso hay algo que Aren Darvenwish no pueda hacer? – inquiere enseñando una enorme sonrisa. - ¿Cómo yo iba a ser  un mero pensamiento, una mera declinación de una mente tan pobre que vive en un cuerpo tan asqueroso?- masculla con recelo divertido.

Ese adjetivo me recorre la espalda de arriba abajo y me hace enfurecer- Retira eso- le espeto con asco. – Te recuerdo que en mi mente sigue encerrado Silvanus Kettleburn y que en mi mano está el poder asesinarlo en cualquier momento.- le amenazo.

Él ríe.

-Ah, ¿sí? ¿Sabes acaso quien está ahora en mi mente? ¿Sabes quién no es más que un pensamiento mío y que al igual que tú con el pequeño, puedo asesinar en cualquier momento?-Chasquea los dedos y me sume en la oscuridad de su mente para enseñármelo, atado y encerrado en una de las más horribles celdas de su corrompida mente.- En efecto… Se han intercambiado las tornas- canturrea. - Así que ten mucho cuidado- dice cogiéndome una mejilla y ladeándola de derecha a izquierda. – El caso es que… - chasquea de nuevo los dedos para volver a la sala.

-No le hagas nada. – le amenazo.

-No está entre mis planes- dice automáticamente. –Ni se me había pasado por la cabeza. – Sonríe- Sólo quiero que vea y que sienta lo que yo he sentido todos estos años, encerrado en ese cuerpo. Eres incapaz de sentir mi impotencia. Encerrado en ese engendro -dice dibujando una mueca de verdadero asco y abrazándose de una forma muy teatral. – Yo no merecí eso... Qué tortura el verme al espejo…– dice con voz teatral y de falso gimoteo. Entonces, su rostro se desfigura en una oscura y terrible  sonrisa.- Ya he tomado todo lo que formaba su vida. Incluso su decrépito aspecto está guardado en mi mente ahora.

-¡DEJA DE REFERIRTE A ÉL DE ESE MODO!- chillo tirándole un cojín a la cara.

Cojín que se desintegra a medio camino.- ¿Por qué? ¿Acaso no es cierto? ¿O es que a ti te gustaba?- dice rodeándome- ¿Cómo qué? Ni mi alto intelecto es capaz de comprenderlo- canturrea- No ¿verdad? –Me agarra la quijada con extrema fuerza- admítelo.- Impera triunfante y con ojos de desquiciado.- Te da asco- ríe gravemente.

-¡ASCO ME DAS TÚ!- le espeto, con la cara aplastada de modo que mis labios sobresalen bastante.

-Ojojojo~- dice soltándome y dándose la vuelta para, pieza a pieza, volver a desnudarse por completo y, elegantemente, darse la vuelta para dejar su hombría muy cerca de mí. - ¿De verdad?- dice viéndome a los ojos- Porque yo diría que lo único que despierto en ti es absoluto y puro deseo. – acierta.

-N-no…- digo negando con la cabeza- ¡IDIOTA!

-Idiota~ gran palabra. Tan grande como mi orgullo- objeta.- Es… todo tuyo- dice agachando la cabeza y alzando una ceja, con interés.

-No necesito… eso…- digo asqueado.

-Quien lo diría- dice cogiendo mi mano y poniéndola en su parte más íntima- Esto es lo que has estado esperando toda tu vida, ¿verdad? – Mastica con orgullo y pretensión- Y es algo que eso nunca podrá darte- ríe jocoso.

Entonces me separa de él y vuelve a vestirse con calma, para luego, acuclillarse delante de mí y coger mi mano.- Ven conmigo- dice sincero. –Él ya no es nada… sólo yo existo ahora. – habla mientras frota su cara contra el dorso de mi mano, aspirando mi olor.- Será un placer tener su más preciada joya en mi haber. Será todo un honor…

Confundido y excitado, trago saliva y asiento lentamente con la cabeza, derrotado: lo he visto con mis propios ojos… ya no hay vuelta atrás, aunque aún estoy cargado de dudas e incertidumbre.


-…Perfecto…- dice apretando fuertemente su mano en la mía, hundiendo sus, de repente afiladísimas uñas en mi carne, que me arranca un horrible chillido de dolor y sufrimiento. El primero de muchos, por haber accedido a hundirme con él en su mundo de tinieblas.

miércoles, 3 de abril de 2013

Vacaciones razonables.


Aquella tarde él y yo caminábamos por las calles de Barcelona. Yo acababa de tener una fuerte discusión con una mujer que lloraba desconsolada al ver cómo los Pasos de Semana Santa no podían salir debido a la intensa lluvia.
Caminaba con la cabeza hundida entre los hombros y las manos en los bolsillos, dando patadas fuertes a una lata de Pepsi que había tenido la mala suerte de toparse aquel día en mi camino.
-Si es que sigo sin entender a la gente, macho.- le dije molesto.- Es que si por mí fuera, quemaba todas las Iglesias y ningún Santo volvería a ver la luz del Sol nunca. Eso es de retrasados, que haya gente que tenga que ir al psicólogo porque un puto trozo de madera de mierda no pueda ser paseado por gente del PP. Es que me indigno.- dije escupiendo mis palabras, con rabia.
Él me miró con una sonrisa complaciente, pues sabía que sus siguientes palabras iban a desencadenar un nuevo debate entre nosotros. - Reconoce que tiene parte de razón en que tampoco era para decirle "y que se pudran los santos y se llenen de moho sus figuras y ardan y... Que a ver, que a mí me la sopla un rato que salgan o que no salgan- aclaró con una sonrisa y alzando los brazos, estirándose con modorra. 
Por mi parte, sabía que quería debatir sobre aquel tema. Se le veía en los ojos. Sin embargo, no me hizo ninguna gracia aquello. Siempre que discutíamos, acababa perdiendo yo, pues sus capacidades eran bastante superiores a las mías, sin embargo, estaba en mi meta ganar algún debate, por lo que no dudé en responder a su petición de discusión.
-Bah, el mundo sin religión habría sido un lugar precioso. Y no me arrepiento de lo que le dije a la gilipollas aquella.- mascullo entre dientes.
Él miró al cielo y habló en general.- A mí lo que me molesta es que, sabiendo que en estas fechas llueve todos los años se sorprendan y lloren y monten Cristos (y nunca mejor dicho) – dijo entre risas- y mientras en las noticias, “Oh. Llueve”. Tío, que cambien la fecha, coño- dijo entre risas. Sin embargo, preparó entonces una nueva acometida- Pero si quieres que respeten esa opinión tuya, respeta la de los demás que creen en la religión- dijo mirándome como si viese por encima de unas gafas.
-Pero…- reproché.
-Y no, no tiene nada que ver que a ti te parezca un sinsentido con respetar que a otra persona le parezca algo súper necesario- inquirió.
-Lo que pasa, es que yo puedo no respetarlos porque no estoy dentro de su club, sin embargo, su club se enorgullece de unos paradigmas los cuales sus súbditos deben seguir y cumplir, y hay que saber hacer frente a las críticas si de verdad la hipótesis de ese "club" es buena, sólida y resistente. – tomo aire- Sin embargo, si no son fieles a lo que defienden y a la primera ya caen en el insulto, poca credibilidad tienen sus palabras.-recalco, haciendo referencia al catolicismo y sus valores, recordando los insultos e improperios que me había dedicado aquella mujer.
-Estás equivocado ya de entrada-  sentenció- Precisamente por no ser de su "club" no tienes derecho a no respetarlo. Y de eso se trata el "tener credibilidad". Por supuesto que los religiosos faltan al respeto pero si nosotros nos quejamos de eso
¿Vamos a rebajarnos a hacer lo mismo que ellos?
-Si no soy de su club, no puedo no respetarlos, si soy de su club lógicamente tampoco puedo no respetarlos, si soy del club budista, como no soy de ese club, tampoco tengo derecho a no respetarlo. ¿Entonces? ¿Es la iglesia según tus palabras un organismo inirrespetable?- refuté, inventándome (creo) la última de mis palabras.
-Yo no hablo de la iglesia o la religión. Yo hablo del respeto a los demás. Tú puedes decir que a ti la religión te parecen habladurías y sinsentidos sin bases sólidas, pero eso es muy distinto de decir: y deberían pudrirse todos y joderse y quemar sus estatuas. Pues es muy distinto decir "me parece una bobada hacer una fiesta y un drama por sacar una figura a la calle", aunque a mí sí me parece un drama en cierto modo sabiendo que esas figuras valen un pastizal- rió, tranquilo, llevando las riendas de la discusión, cosa que me molestaba.  
-En mi caso, mi falta de respeto fue a un trozo de árbol tallado con forma de señor y pintado- gruño por lo bajo, pero entonces, frunzo el ceño: no puedo perder esta conversación. Me da igual. Ellos hacen alarde de unos valores y son los primeros en no cumprirlos. Yo no estoy bajo esos valores, ergo no tengo porqué cumplirlos, recuerda la peli de Old Boy: ¿Acaso por ser una bestia (en este caso sin valores, según ellos) no tengo derecho a vivir?
-¿Acaso por ser una bestia, tengo que comportarme como ellos esperan de mí?- canturreó- Tú no vives bajo sus valores porque los consideras hipócritas, pero… ¿te parece mal el "respetar al prójimo como a ti mismo"? Ya lejos de una reflexión religiosa, a nivel de comportamiento moral. Por supuesto que ellos son los primeros en tirarte a un río porque no defiendes sus "valores" (o mejor dicho sus tablas de repetición sin sentido), pero una de las cosas buenas de la razón es saber hacer frente a la religión desde el respeto, haciendo ver que, incluso fuera de sus ritos, tú eres mejor "cristiano" que ellos.
Cayo unos minutos, mientras paseamos tranquilos, viendo escaparates.
-La moral no la enseña la religión, mi comportamiento moral lo desarrollo yo, yo mismo y mi modo de vida. Una puta no se respeta a sí misma, sin embargo si respeta a su madre o hijo, ergo está inutilizando esa máxima del respeto. Sin embargo, ellos, que defienden ese "mandamiento" son los primeros en discriminar a putas y enfermos
-No te estoy diciendo que la moralidad te la de la religión. Te estoy diciendo que la mayoría de los escritos religiosos comulgan con un patrón bueno o respetable de moralidad de base. Patrón que al final casi ninguna religión respeta- él hizo una pausa de nuevo y se llevó la mano a la barbilla.- Una puta puede respetarse a sí misma perfectamente, creo yo.
-Entonces estas defendiendo la práctica de vender el cuerpo y, como buen letrado en ciencias, sabes que no existe una diferenciación entre cuerpo y alma, sino que es todo pura fisiología. Entonces, también estas defendiendo la venta del alma. De la persona en sí misma.
-El cuerpo es pura fisiología, pero la mente, a pesar de que trabaja con el cuerpo, es algo muy distinto, la mente es el "alma" porque es lo que nos permite diferenciar el bien del mal y todo eso. Una persona puede vender su cuerpo, asumir sus acciones y no sentirse por ello inferior a nadie
Pareció procesar y pensar en lo salido de mis labios.- Además, eso es pura demagogia. No estás diciendo en ningún momento lo que he dicho, sino que te estás inventando a base de hipótesis y divagaciones lo que quieres que crea que diga.
Él, impasible, continuó hablando - La religión cristiana te implanta una moralidad que tiene cosas como "honrarás a tu padre y a tu madre", "no matarás", "amarás al prójimo como a ti mismo", "no mentirás" sí, eso lo pone escrito en sus leyes, pero si tienes sentido común no hace falta que esté escrito para saber que eso es moral y socialmente correcto.
-Depende de la sociedad- dije alzando la voz. – Me explico: en Japón se suicidan a menudo porque no es pecado, existe la reencarnación, sin embargo es pecado grave el suicidio en el cristianismo. ¿Entonces? ¿qué hacemos? ¿A quién creemos? ¿Qué sociedad (que ya no religión) es la correcta? ¿Es moralmente correcto el suicidio? Un japonés te dirá que sí. Un español, no.
- Eso no tiene nada que ver con lo que hablamos. Cada persona puede creer respecto a eso qué es mejor o peor. Si a ti te parece que un suicidio es una solución digna, adelante, si te parece una solución cobarde, bien. – comentó inmutable, mientras esperábamos a que el semáforo se pusiera en verde.
Mientras cruzamos la carretera, yo divago y pienso mis siguientes palabras y, una vez acabado el paso de cebra, continúo hablando y razonando.- A un niño puedes enseñarle a que el color rojo se le llama azul y el azul recibe el nombre de rojo. Del mismo modo, puedes enseñarle que lo que está "mal" está "bien" y lo que es conocido como un acto "bueno" es algo "malo" Crearás un monstruo entonces, visto desde el punto de vista social. Entonces, ¿es un ser sin alma social? ¿estés diciendo que el alma es algo moldeable? ¿que no todos tenemos unanimidad en cuanto a valores? ¿Que si tú preguntases a toda esta gente de la calle si matar injustificadamente está bien, obtendrías respuestas varias y no una respuesta cargada de valores éticos? Si es así, creo que muchos filósofos te tirarían piedras.

-A mí Manuel Vaqueiro me parece más prostituta que una mujer que, por mantener a sus hijos, recurra a favores sexuales. Simplemente por sus valores – dijo riéndose, acordándose de aquel compañero con el que habíamos compartido juventud. Por lo visto aún seguía dándole vuelta a mi símil anterior y, al escuchar mi razonamiento sobre el niño, sonrió enormemente y me miró alzando las cejas, preparado para, de nuevo, volar mis intenciones.
-Lo que no saben los padres y se niegan a creer es que sus hijos cuando crecen pueden llegar a razonar y entonces aunque le digan que está bien matar pájaros ellos pueden llegar un día a casa y decir "No, no está bien matar pájaros, no creo que esté bien". Dices que eres un defensor y amante de Nietzsche, pero no haces más que eludir la responsabilidad del individuo.
Frunzo el ceño- Bueno, eso es lo que he hecho yo con mi frase inicial: "la gente que baila (llora) al matar pájaros (por no poder sacar los pasos) me parece una asesina (una gilipollas y retrógrada del siglo V) y no debería poder hacerse más" HE RAZONADO- chillo, ciertamente acalorado- según tu criterio ergo no tienes nada que reprocharme.
-Bien, pero una cosa no tiene nada que ver con la otra. Una persona puede razonar y escupirte a la cara, pero es más agradable (y creíble) una persona que razona tras haberte saludado educadamente.- Aclaró, caminando con una mano a la espalda y agarrándome la mía, para luego, tamborilear en su palma con sus fríos dedos.
Suspiro enorme y tristemente y me dejo caer en un banco cercano, quitando molesto su mano de la mía.- Perdí. Ya no llego a más. Me duele el cerebro- comento frotándome las sienes.
Él se sentó a mi lado y rió fuerte y claro.
-Es porque confundes unas cosas con las otras y entonces acabas divagando demasiado.- Aclaró corrigiéndome.- Sin embargo, ha sido un gran ejercicio- finiquitó.
Entonces me dio un par de palmaditas en la cabeza, con una enorme sonrisa.

viernes, 1 de marzo de 2013

Aquellos ojos verdes a los que no estaba acostumbrado.


Pensaba que se lo iba a pasar peor de lo que en realmente creía, pues la gente de su clase parecía otra fuera de esta. Estaban todos contentos, felices y él, con una enorme sonrisa de oreja a oreja. Una de esas que ya casi nunca le salían. No tenía muy claro el porqué, pero así era.
Cenaron, tomaron tarta y de dieron sus regalos a la cumpleañera. Luego bebieron y, en el transcurso de todos aquellos actos, no se dio cuanta (o por lo menos así aparentaba hacerlo) de que un par de ojos verdes - que no eran los ojos verdes a los que estaba acostumbrado- no le quitaban la vista de encima en ningún momento.
Al final, después de terminarse una botella Orujo él solito - cosa que no volverá a hacer- decidió sentarse en el sofá para descansar un poco. Acto seguido, aquellos ojos verdes se sentaron a su lado. No eran los ojos verdes a los que estaba acostumbrado, sin embargo, no le parecieron feos e incluso enternecedores. 
Sonrió y habló tanto, que creyó perder la noción del tiempo. Por él, podría acabarse el mundo y que todos los diablos subiesen de los avernos y se produjese el fin del mundo (que por algo era la única noche en la que el Trono del Vaticano estaba vacío. ¿Qué mejor momento?
Y, entre deseos de que el tiempo se parase ante aquellos ojos verdes que, aunque no eran los ojos a los que estaba acostumbrado, también eran bonitos. ¿Quizá más? Quizá más. 

Alguien gritó entonces que se irían en veinte minutos a bailar, por lo que decidió que sería mejor ir al cuarto de baño ahora, ya que luego, las colas formadas por todas aquellas señoritas para un sólo baño, iba a ser de campeonato. 
Sonrió y se disculpó, para dirigirse al baño, pero cuando lo hizo, sintió un gran mareo debido a todo el licor ingerido y aquellos ojos verdes extendieron una mano alrededor de su cintura para, con una sonrisa amable que brillaba desde las alturas, ayudarme a llegar al baño. 

Le di las gracias por el pasillo y sus ojos verdes sonrieron. No sonreían como los ojos verdes a los que estaba acostumbrado, pero estos tampoco sonreían de una manera desagradable.

Ambos entraron y él se vio al espejo.
- Mira, mira qué mal aspecto tengo. No debería haber bebido tanto.
-Tonterías- respondieron los ojos verdes.- Una noche es una noche. - Rió frotándole con fuerza la cabeza hacia abajo.
-¡Para! vas a despeinarme- le regañó sonriente, más como un juego que como una reprimenda. 

Los ojos verdes fueron, en aquella ocasión, tan pillos como los que el, - ahora despeinado joven- conocía, pues se habían encargado de cerrar la puerta con tal astucia y sutileza, que, - en el estado del que entonces se peinaba- le fue imposible darse cuenta. 
-Ea, ya estás guapo- dijeron.
-Yo siempre lo fui, por favor- dijo él, de forma divertida y sonriendo.
-Sí. Siempre lo fuiste- los ojos verdes lo dijeron bajo, incluso ciertamente (por qué no decirlo) sonrojados o eso es lo que le pareció, pues poco pudo ver, ya que aquellos labios de ojos verdes se posaron en los suyos.
Se quedó quieto. No se lanzó, pero tampoco se dejó llevar. Simplemente se quedó quieto. Quieto y con las manos temblando como si de flanes en las oficinas japonesas el once de Marzo del 2011 se tratasen.

Los ojos verdes le dejaron tomar aire a cambio de tomar sus manos y aquellos ojos verdes extraños pero a la vez familiares las guiaron: una al pecho de su camisa y otra a aquel cinturón de dura y férrea hebilla que aguardaba "aquello". 
También duro. 

Agachó la cabeza. Si no hubiese el ruido de la música de fondo, se podrían haber escuchado a la perfección el castañeo de sus dientes, de verdadero pánico, pero sobre todo: indecisión. 
Volvió a verlo rápido de arriba abajo y a analizar la situación. 
¿Para qué engañarse? Eran los ojos verdes que, si no fuesen por aquellos que ya hacía más de un año que lo habían cautivado, habrían sido los primeros y no unos a los que no estaba acostumbrado. 
Eran... los ojos más perfectos que jamás volvería a tener tan cerca. Él y sus ojos podrían haber sido -casi- la perfección echa pareja. Sin embargo, ese pensamiento le asustó y apartó la mano de su pecho como si quemase. 
-No... no creo que... es que estoy nervioso...- dijo muy bajito, mordiéndose el labio inferior con furia para que se le cayesen gotas de sangre y no lágrimas. 
Pudo ver aquella sonrisa cálida y serena antes de que hablase.- No pasa nada. Yo te ayudo- dijeron aquellos ojos verdes, tan calmados como de costumbre. Con una habilidad que le dejó pasmado y le hizo negar de incredulidad con la cabeza, dejo libre su esencia y él replegó sus manos y sus codos hacia su tronco, con la cabeza gacha, no viéndole a él sino sus pies, intentando evitar lo inevitable, sin poder no verlo. 
Tragó saliva y se sintió como si estuviese admirando la mayor obra de arte del mundo.
Sus lágrimas ya no aguantaron más y acabó por sollozar en silencio. Sollozos que dieron paso a lamentos internos, exteriorizados como enormes lagrimones, cargados de rabia, desesperación y alcohol.
-Venga- dijeron sus ojos, mientras sus manos se posaron en sendas nalgas del joven lloroso. Pudo ver cómo sus ojos se mordieron con desesperación ante el tacto del joven.

-No puedo... de verdad... lo siento. No puedo- acertó a decir entre sollozos. - Es que tengo... no puedo- repitió ya extasiado, hundido en lágrimas. 

Sus ojos suspiraron resignados, pero pese a todo, no dejaban de mostrar aquella sonrisa amable. - Bueno. No pasa nada entonces- dijo arreglándose la ropa.- Tranquilo, ¿vale?
Entonces le abrazó entre sus brazos y por primera vez se sintió pequeño. Había olvidado lo que era aquella sensación y su corazón se desencogió, para disfrutar de aquel abrazo que sí aceptó. 
-Perdóname- dijeron ambos al unísono. Lo que les arrancó a ambos una sonrisa debido a la casualidad de sus palabras.

Al final le secó las lágrimas y remató con un beso en la frente, con sus manos a cada lado de su sien y sonriendo.- Bueno, vamos a disfrutar del resto de la noche, ¿vale?- dijeron sus ojos verdes. Aquellos ojos verdes que ya no sabía de quien eran, si eran los primeros, los segundos o simplemente unos ojos verdes a los que no estaba acostumbrado. 

-Vale- dijo con una sonrisa. 


lunes, 18 de febrero de 2013

Y por esto eres el hombre de mi vida.


[...] Lo más que podría hacer sería serte sincero y decirte que te adoro y te quiero como creo que no he querido antes a pesar de que hablen de que el primer amor es el que no se olvida. Porque a ese le tuve miedo, pero de este estoy disfrutando totalmente porque he conseguido confiar en alguien hasta el punto de dejarme en sus manos por completo. Por supuesto me entristecería mucho, pero no el hecho de que te metieras con otro en la cama, sino el hecho de que ya no fuera yo a quien quisieras y quien tiene que hacerte reír y sentir bien o ayudarte a superar miedos y obstáculos. Sin embargo, si eso fuese así, preferiría ver con envidia al otro tipo a estar contigo mientras tú te frustras porque ya no soy la persona que quieres. [...]

jueves, 4 de octubre de 2012

Quiero

Quiero que me metas en la bañera, me mojes entero y me laves la cabeza, luego quiero que me envuelvas en una toalla, mientras río y que al salir, veamos una peli juntos, con tu cabeza apoyada en mis piernas.

Quiero que me lleves de paseo los fines de semana. Aunque sea al parque, o a cualquier lado. ¿Me invitas a un helado? Claro que sí. 

Quiero que me ayudes a hacer la cama. Quiero que me ayudes a deshacerla. Quiero que hagamos ejercicio juntos, para luego tener una excusa para ducharnos los dos juntos. 

Querrás que te deje dormir cinco minutos más, y volveré para darte un beso y que te levantes de una vez, luego querrás desayunar. Lo haremos juntos.

Querrás hacerme el amor un par de veces por semana y yo querré que me lo hagas mucho más.

Querrás comer chocolate y yo me enfadaré, de mentira, pero me enfadaré.

Querrás tener un perro. Yo querré un gato, por lo que acabaremos teniendo uno y tu sonreirás derrotado al ver lo feliz que soy. 

Quiero que me hagas feliz. Te lo exijo. ¿Porqué? Porque eres mío y porque... ¿Cuando has visto a un uke triste?

lunes, 21 de mayo de 2012

Loco

Me dicen que estoy loco
y que he perdido el norte,
que me enredo con cualquiera,
que ya no soy lo que era.
Me cuentan historias de lo que tiene que ser
y que yo me desvié
que me lo piense otra vez.
Y si estoy loco
estas loco tú también
o crees que no me fijé.

Que se te pone la piel de gallina
y un nudo en las tripas en cuanto me ves
y que yo quiero enredarme contigo
hasta darme la vuelta y no quiero entender,
eso que dicen de que yo estoy loco
y que he perdido el norte,
que me enredo con cualquiera
que ya no soy, ya no soy lo que era.

Me cuentan historias de niños, cortinas,
casas con jardín y piscina
y yo solo quiero tu foco
y un poco de tiempo
para echarme contigo
y volverme loco, muy loco.

Que se te pone la piel de gallina
y un nudo en las tripas en cuanto me ves
y que yo quiero enredarme contigo
hasta darme la vuelta y no quiero entender,
que mas me da que no tenga sentido
si cuando me llamas me tiemblan los pies
y se me pone la piel de gallina
y un nudo en las tripas si te vuelvo a ver
están locos, no lo pueden entender...

Que se te pone la piel de gallina
y un nudo en las tripas en cuanto me ves
y que yo quiero enredarme contigo
hasta darme la vuelta y no quiero,
no quiero entender,
no quiero entender.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Locuras por tenerte cerca.



Susana, me acaba de surgir un problema familiar y me acabo de enterar ahora, así que mañana debo coger el bus hacia Vigo al mediodía. Me da rabia no poder asistir a la última clase de tu asignatura, pero realmente se han producido hechos que escapan a mi fuerza de voluntad y actuación.
No quiero que se convierta este mensaje en una justificación hacia mi falta, simplemente me parece moralmente correcto avisar a un profesor de la ausencia a su clase si se conoce el motivo y que eso no dé lugar a malos entendimientos. Ademas influye también el hecho de que sea la última clase y no volveré a tener contacto directo contigo hasta la fecha del examen (creo) por lo que no lo veo una necesidad sino una obligación el explicar el motivo de mi falta lectiva.
Me dará rabia tener que faltar (y más cuando, seguramente, por lo comentado en clase anteriormente, que quizás des pinceladas de lo que puede ser materia de examen) pero como ya expliqué, motivos de fuerza mayor me arrastran hacia mi cuidad sin darme opción a duda.
Nada más.
Un saludo:
Alejandro 


domingo, 8 de abril de 2012

Cómplices

Hay un montón de gente. El grupo está al completo y ambos nos lanzamos miradas fugaces que atraviesan el espacio como un rayo, cargadas de mensajes que solo nosotros entendemos. En ocasiones, en medio de nuestras conversaciones oculares, ambos nos paramos, nos vemos fijamente y nos reímos por la salvajada que nos acabamos de decir de forma lasciva, graciosa e irreal que nadie imagina y que nosotros vemos tan nítidamente. Tu mueves las cejas de arriba abajo y yo me muerdo un labio. Señales imperceptibles en un mundo tan rápido, caótico y egocéntrico que no deja paso a lo evidente, por lo que aprovechamos esta situación de ventaja ante el mundo y la superioridad que nos otorga la incredulidad que las circunstancias han construido tan férreamente que, cada vez que lo pensamos, nos reímos e incluso nos burlamos de jóvenes chicas incautas sea o no el 28 de Diciembre. 

A veces pienso que esto no está bien, pero giro la cabeza y te veo hacer el payaso con cualquier cosa y sé que es lo correcto.

Mantener una amistad es un trabajo arduo. Bromas, risas, atención constante... es como un niño recién nacido en una unidad de quemados. Como te despistes un minuto, lo pierdes. Pero al final vale la pena tanta dedicación. Todo sea por la fricción que se genera en las puertas de un centro comercial cuando de repente y sin previo aviso, te sale la vena de "soy un oso, necesito restregarme contra algo" solo para ponerme "nervioso" y reírte de mí un rato. Eres la leche.

Pero como todo niño recién nacido en la unidad de quemados, es imposible que salga de ella sin sufrir como mínimo una discusión o un enfriamiento, lo que se conoce como "infección" vamos. A veces digo que me agobias y entonces te agobias porque dices que te agobio por lo que mi condición de simbionte hace que me contagies el agobio por lo que me agobio porque tu estas agobiado lo que hace que te responda borde debido al cerebro agobiado que me has provocado o, indirectamente, he provocado... pero un poco de betadine en forma de palmada en la espalda corta el mal royo de un sopapo... un sopapo o una patada en la cara, como prefiráis. 

Aunque lo que más me gusta de tener un cómplice, es hundirme en un colchón con 4 o 5 personas más que están presentes de "obra, palabra y omisión" cuando realmente están solo para cubrirnos las espaldas indirectamente. A veces creo que me he convertido en una maquina egoísta que solo piensa en su bienestar... pero... ¿Qué soy al fin y al cabo sino un esclavo del neonato carbonizado, monstruo que no crece, ese monstruo al que llamamos amistad que algunos no conocen y por ello repudian, que se mantiene y que absorbe mi tiempo, mi vida y mis entradas y que adoramos todos los doctores y enfermeros que lo cuidamos para mantener la llama de su interior aún viva para que siga quemando como el primer día. Ese día que ha comenzado con un "hola" y que aún no ha pasado de las diez de la mañana?