domingo, 8 de abril de 2012

Cómplices

Hay un montón de gente. El grupo está al completo y ambos nos lanzamos miradas fugaces que atraviesan el espacio como un rayo, cargadas de mensajes que solo nosotros entendemos. En ocasiones, en medio de nuestras conversaciones oculares, ambos nos paramos, nos vemos fijamente y nos reímos por la salvajada que nos acabamos de decir de forma lasciva, graciosa e irreal que nadie imagina y que nosotros vemos tan nítidamente. Tu mueves las cejas de arriba abajo y yo me muerdo un labio. Señales imperceptibles en un mundo tan rápido, caótico y egocéntrico que no deja paso a lo evidente, por lo que aprovechamos esta situación de ventaja ante el mundo y la superioridad que nos otorga la incredulidad que las circunstancias han construido tan férreamente que, cada vez que lo pensamos, nos reímos e incluso nos burlamos de jóvenes chicas incautas sea o no el 28 de Diciembre. 

A veces pienso que esto no está bien, pero giro la cabeza y te veo hacer el payaso con cualquier cosa y sé que es lo correcto.

Mantener una amistad es un trabajo arduo. Bromas, risas, atención constante... es como un niño recién nacido en una unidad de quemados. Como te despistes un minuto, lo pierdes. Pero al final vale la pena tanta dedicación. Todo sea por la fricción que se genera en las puertas de un centro comercial cuando de repente y sin previo aviso, te sale la vena de "soy un oso, necesito restregarme contra algo" solo para ponerme "nervioso" y reírte de mí un rato. Eres la leche.

Pero como todo niño recién nacido en la unidad de quemados, es imposible que salga de ella sin sufrir como mínimo una discusión o un enfriamiento, lo que se conoce como "infección" vamos. A veces digo que me agobias y entonces te agobias porque dices que te agobio por lo que mi condición de simbionte hace que me contagies el agobio por lo que me agobio porque tu estas agobiado lo que hace que te responda borde debido al cerebro agobiado que me has provocado o, indirectamente, he provocado... pero un poco de betadine en forma de palmada en la espalda corta el mal royo de un sopapo... un sopapo o una patada en la cara, como prefiráis. 

Aunque lo que más me gusta de tener un cómplice, es hundirme en un colchón con 4 o 5 personas más que están presentes de "obra, palabra y omisión" cuando realmente están solo para cubrirnos las espaldas indirectamente. A veces creo que me he convertido en una maquina egoísta que solo piensa en su bienestar... pero... ¿Qué soy al fin y al cabo sino un esclavo del neonato carbonizado, monstruo que no crece, ese monstruo al que llamamos amistad que algunos no conocen y por ello repudian, que se mantiene y que absorbe mi tiempo, mi vida y mis entradas y que adoramos todos los doctores y enfermeros que lo cuidamos para mantener la llama de su interior aún viva para que siga quemando como el primer día. Ese día que ha comenzado con un "hola" y que aún no ha pasado de las diez de la mañana?



1 comentario:

  1. Ese niño quemado... ¿De verdad no hay más metófares menos horripilantes? XD

    ResponderEliminar