martes, 3 de enero de 2012

Mi príncipe

Bullicio de la gente, con sonido de violín y de una repetitiva armónica, tocada por un pobre diablo que cuida más a su perro que a su propia madre. Punset y sus viajes me acompañan en esta mañana de viernes. Otra vez la armónica… Zara, Springfield, MaryPaz, Zara Home… ya las he visto todas.
Ahora toca esperar. Mmmm olor a gofre: que rico, pena que solo tenga dinero para coger el autobús. ¿Por qué la gente no mira por dónde va? En fin…
Estamos en Noviembre y ya hay adornos de Navidad, ¿qué diantres? Otra vez la armónica…
Veo hacia los viejos ventanales a ver si consigo observarlo…
Ogh, venga, acaba de pasar un tío con la gabardina que llevo buscando desde hace siglos... Suertudo…
¡Ostia! ¡Mónica! Cuánto tiempo, Jajaja. ¿Cuántos años ya? ¿Cuántos años sin vernos? He perdido la cuenta… Hablamos, nos abrazamos y nos despedimos.
Sigo esperando, menuda embarazada, caray, deben ser gemelos por lo menos. Sonrío: me gustan los gemelos.
Suena Amaral en MaryPaz, cuanto tiempo sin escucharlos. Jolin, menudo rebumbio… gente corriendo, gente paseando, gente charlando, gente joven, viejas con el pelo rojo (¿WtF?), gordos en pantalón corto, chicas que parecen modelos, elegantes señores…
Bolsas de Librouro y otra vez la armónica de las narices.
Bibah! ¡Una oleada de guiris rubios con chanclas y cámaras de fotos! Jajaja, no me haría tanta gracia si en medio de todos ellos no fuera un negro. Jajaja: destaca muchísimo.
Oh, venga: ¿gaviotas? ¡Eh! ¡Eh! Dejad ese bocadillo con un niño pegado donde estaba, malditas…
Entre pitos y flautas, aparece al fin, nos abrazamos y nos vamos, acompañados del repetitivo y manido sonido de la armónica.

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